Ninja Assassin

He visto Ninja Assassin en el cine. Y antes de que se tiren de los pelos y empiecen a lanzar plegarias al cielo ante la posible debacle del ser humano, permítanme exponer varias razones que, al menos, deberían llamar la atención del posible espectador:

1.- El guión es de J. Michael Straczynski. ¿Quién? Straczynski ha sido el escritor del Asombroso Spiderman durante muchos años (una época dorada del personaje) y creador de Midnight Nation y Rising Star, dos comics imprescindibles. También fue la cabeza pensante de Babylon 5, una de las series de televisión que más frikis arrastra por el planeta (no tanto en España).

2.- Los hermanos Wachowski. A ver, a los creadores de Matrix siempre hay que darles una oportunidad. Pese a Speed Racer. Ellos producen la historia. James McTeigue, el director, fue asistente de dirección en Matrix, Star Wars y Dark City, entre otras.

3.- Las historias de clanes, samurais y japoneses honorables que beben del Libro de los Cinco Anillos molan. Las espadas también.

Dicho lo cual, empieza Ninja Assassin. La primera escena de la película deja claro que habrá casquería, brazos arrancados de cuajo y sangre esplendorosa. El término ‘patochada’ (dícese de la película que, pese a que pueda entretener, es una soberana estupidez. Una patochada) toma forma. Sin embargo, conforme pasa la película, descubrimos que la historia del ninja protagonista tiene una serie de giros -muy de cómic; casi cualquier cosa que diga es destriparles la peli, así que mejor chitón- que consiguen cambiar la expresión de nuestra cara. Al final, casi con vergüenza, me sorprendí diciéndolo: “Oye, pues me ha gustado”. Por cierto, el protagonista de Ninja Assassin es un venerado cantante japonés. ¿Se imagina a Alejandro Sanz haciendo una película de acción? Claro, en Japón, ha sido un éxito.