Spiderman 4: vuelta al instituto

En cierta ocasión, tuve una de esas discusiones memorables que terminan con guantazos y empujones. Tenía 7 u 8 años, y el desencadenante fue: ¿Quién es mejor Spiderman o Superman? Para mi opositor, Superman era el mejor de todos los héroes del cómic porque era capaz de hacerlo todo sin recibir un solo rasguño. Yo, sin embargo, defendía a Spiderman precisamente por eso, por ser un tipo normal, ingenioso, que pese a poder trepar por la pared, no hacía más que recibir palos por todas partes -físicos y psíquicos-. Lo grande de Spiderman es que, a los ojos del mundo, es un perdedor. Las historias de perdedores nos encantan.

Lo que no me gusta tanto es que una productora hollywoodiense decida hacer otra película del Hombre Araña (¿no sufrimos ya suficiente con la fatídica, tediosa y cochambrosa Spiderman 3?). Y, si encima, te añaden que el director de la saga (Sam Raimi) y su protagonista (Tobey Maguire) han decidido abandonar el proyecto porque no le ven el más mínimo resquicio de decencia a la película, ni te cuento.

Spiderman 4 es una realidad que se estrenará en 2012. Pero, como a Hollywood no le gusta perder, será una reinvención de la franquicia. ¿Cómo? De vuelta al instituto. Efectivamente, aquí una sinopsis (muy personal) de la trama: “Peter Parker es un chico normal de pueblo que, un día, después de abandonar el equipo de baloncesto en el que cantan canciones entre partido y partido, le pica una araña radioactiva y le da poderes sobrehumanos. Gracias a ellos conseguirá superar la terrible crueldad de ser adolescente y descubrirá que el amor de su infancia, una moza que vive al otro lado de la calle y que, de vez en cuando, se cuela en su habitación por la ventana de su casa, es en realidad una mujer vampiro que tiene cien años”.

Lo peor es que, sea como sea, Spiderman 4 será un bombazo en taquilla y hará multimillonarios a los dueños de Sony, Columbia Pictures y otros prostíbulos. Ellos siempre ganan y las historias de ganadores nunca nos gustaron.