Bob Dylan

Me pasé la vida entera pensando que no le conocía. Hasta que descubrí que siempre había estado allí. Ninguna persona debería ser en vida hijo de su tiempo, pero él lo es. Bob Dylan nació para volver a nacer con sus primeros versos, una y otra vez, con canciones que están muy por encima de la moda. Del tiempo.

He de confesar que fui un ignorante. Uno de esos adolescentes que dijeron, con no poca sorna, que ‘Blowin In The Wind’ era una mala versión de una canción de misa. Pero Dylan es como el café o la cerveza: puedes jurar y perjurar que ni te gusta ni te gustará. Pero un día, sin saber por qué, el sorbo de la madurez te recita un bofetón en toda la cara que sabe a revolución. Entonces, regocijado con el ser humano, te dices a ti mismo: “Los tiempos están cambiando”.

Mientras que unos hablan de la crítica a la sociedad de los años 60 y 70, otros vemos una tremenda atemporalidad en las canciones de Bob Dylan. Esa maldita, insistente y humillante crisis como un sentimiento de superación, como un punto de inflexión que taconea entre el éxito y el fracaso: “No habléis demasiado pronto, pues la ruleta todavía está girando y no ha nombrado quién es el elegido porque el perdedor ahora será el ganador más tarde”. ¿Acaso no hay un desesperado grito al joven que pide paso en el mundo laboral? “Vuestros hijos e hijas están fuera de vuestro control, vuestro viejo camino está carcomido, por favor, dejad paso al nuevo”.

Bob Dylan ha tenido, también, un papel protagonista en el cine. Su sola voz basta para situar una historia o para lanzar un mensaje cifrado entre los personajes de un guión. La última vez que le ‘vimos’ en la gran pantalla fue en el espectacular arranque de ‘Watchmen’, con un resumen de 50 años de política y guerras a la sombra del ‘The Times They are A-Changin’.

Los poemas de Dylan han representado a todos los bandos de una misma guerra. Un centenar de caras que ahora protagonizan ‘Im not there’, una película en la que un puñado de actores interpretarán al cantante en diferentes momentos de su vida. Los actores serán como cantos irregulares que ruedan por la vida, sin lugar, sin hogar, sin nada que perder ni secretos que guardar. Distintas caras pero, al mismo tiempo, la misma respuesta que fluye por el viento: Dylan, Bob Dylan.