Los seductores

Me fascina la habilidad que tiene el mundo del celuloide para inventar carreras profesionales que debieron existir tipificadas en las matriculas de la universidad. ‘Seductor’, por ejemplo, que combina un poco de Arte Dramático, Psicología, Bellas Artes y una pizca de Empresariales. ¿Se imaginan a los empollones de clase llorando porque no les da la nota de Selectividad para hacer ‘Ciencias de la Seducción’ y se tienen que conformar con Medicina?

‘Los seductores’ ha sido la película revelación del año en Francia, consiguiendo el número 1 en la taquilla. ¿La fórmula del éxito? No inventar nada y hacer lo que se sabe que funciona: un tipo vividor se dedica a enamorar a frágiles doncellas por todo el mundo para conseguir romper parejas que, según el contratista, no funcionan. Pero, claro, todo cambiará con Juliette (Vanessa Paradis, más conocida por ser la esposa de Johnny Depp), la chica que le obligará a romper la regla más importante del negocio: “nunca te enamores”.

La cinta gala no engaña: es una comedia romántica que encantará a los espectadores que no esperen algo más allá de lo evidente. Porque, al igual que la inmensa mayoría de obras del género, es previsible hasta el extremo. Lo que no quita que, si van a la sala con la actitud adecuada, les proporcione dos horas de un sano entretenimiento.

Aunque, por hacer honor a la verdad, ‘Los seductores’ sí que tiene un elemento original que confronta con la clásica comedia romántica y pastelosa: los protagonistas no son guapos. No, en serio. A ellas no les gusta el desaliño del francés, y a nosotros nos hipnotiza el enorme hueco entre las paletas de ella. Pero bueno, así somos los europeos, ¿no?