Tron: Legacy (y III)

Creo que he hecho mi elección: ‘Tron Legacy’ es la película de esta Navidad. Como ustedes bien saben las ‘películas de Navidad’ no suelen caracterizarse por ser ese tipo de filmes que dibujas como candidatas para recoger un buen puñado de Oscars. Son otra cosa, con cualidades menos objetivas pero igualmente fascinantes: divertidas, apuestas seguras y honradas con el público. De esas cintas de cuando éramos pequeños que, al terminar la proyección, te pedías un personaje y jugabas con tus primos a recrear las mejores escenas.

‘Tron Legacy’ se postula como la película que mejor ha sabido recrear la estética del mundo del videojuego, con unos diseños de fábula y una fotografía que engancha desde el primer minuto. En la segunda parte del clásico de Disney, Kevin Flynn (Jeff Bridges) lleva más de veinte años desaparecido. Su hijo, Sam (Garret Hedlund), es el heredero legal de el empresa ‘Encom’, la creadora de ‘Tron’ y de tantos otros sistemas operativos de éxito mundial. Sam se verá arrastrado a ‘la red’, una realidad virtual que ha crecido tanto como el mundo real en la que se encontrará con viejos conocidos.

Sin duda alguna el punto fuerte de ‘Tron 2’ son las escenas de acción, repletas de plasticidad y poderío visual, que representan la diferencia tan bestial entre el ‘Asteroids’ de 1982 y el ‘Call of Duty’ de 2010. La faceta de puente intergeneracional viene subrayada por el propio Bridges, que interpreta a dos personajes: Flynn y Clu, su versión digital hecha íntegramente por ordenador. Técnicamente sobresaliente, el 3D es prescindible pero no molesta como en otras (‘Furia de Titanes’, ‘Alicia’) y la música tiene el maravilloso poder de evocar otra época de ‘bips’ y ‘bits’ -sensacionales Daft Punk-.

Al otro lado del ring, la debilidad más patente es el innumerable chorreo de clichés que suenan demasiado a otras películas de ciencia ficción (Star Wars, Matrix, Avatar, incluso Final Fantasy XIII). Pero será un detalle que pasarán por alto si aceptan la premisa: esto es Disney, no esperen la panacea del cine y se divertirán como un enano.