2011

El uno de enero amaneció, que no es poco, con el cielo encapotado y las gotas de lluvia mezcladas con las lágrimas de una noche repleta de cometas en Orión y brindis por un nuevo mundo. Y un poco de resaca. No sé si han hecho la lista de los buenos -o malos, lo dejo a su gusto- propósitos para la nueva temporada. Siempre pensé que todos los días deberíamos acostarnos como lo hacemos el 31 de diciembre y levantarnos como los primeros de año: renovados. ¿Se imaginan que cada mañana nos esforzáramos tanto en desear lo mejor al prójimo y en diseñar nuestra estrategia para ser plenos?

En fin. Sea como sea, me he marcado un par de retos para 2011. El discurso de Vargas Llosa en los Nobel me motivó para profundizar un poco en su bibliografía. Un critico literario escribió un artículo en el que recomendaba a todos los que les apasionasen las historias, en cualquiera de sus vertientes, que leyeran ‘La verdad de las mentiras’, una recopilación de ensayos en los que el escritor peruano exprime sus novelas favoritas del S. XX: ‘La muerte en Venecia’, El gran Gatsby’, ‘Un mundo feliz’, ‘El viejo y el mar’, ‘Al este del Edén’… y así hasta 34 títulos “imprescindibles”. He decidido leer (o releer en algunos casos) todos los libros que propone y luego cada ensayo. Ya he empezado con ‘El corazón de las tinieblas’ (Joseph Conrad, 1902), que, por cierto, fue la inspiración de Francis Ford Coppola para su ‘Apocalipsis Now’. Si no tienen ningún propósito mejor o están faltos de ideas, les presto el mío. Luego podemos comentarlos, si quieren. Ahí lo dejo caer.

En la parte fílmica, creo que tengo que abrir las miras y empezar a degustar otra clase de cine menos accesible. No, no me refiero al español; que también. Cada vez llegan mejores cintas europeas y asiáticas a las que no les dedico mucho tiempo. Además, este año deberíamos plantearnos ver todos los clásicos pendientes a los que juramos dos horas de nuestro tiempo y que todavía están esperando, antes de que sea demasiado tarde…

¿Por qué tarde? Hace poco nos lo recordó el catastrófico Roland Emmerich con su película ‘2012’. Los aztecas nos regalaron una visión: 2012, el año del fin del mundo. En nuestra cuenta queda hacer que esa efeméride sin importancia quede en una mera anécdota comparado con lo que vamos a conseguir en 2011. Saquead, bebed, reíd y cantad, pues empieza el mejor año de vuestra vida. Hacedle justicia, carajo. Feliz año.