Apophis

Dentro de 25 años los telediarios abrirán con una maravillosa noticia: la reducción del paro a niveles históricos. Por primera vez en el nuevo siglo, los universitarios terminarán sus carreras con la ilusión de hacer realidad las vocaciones a las que juraron lealtad en la guardería. Los investigadores formados en nuestras canteras desarrollarán un trabajo excepcional aquí, en sus casas, y la opción de marchar al extranjero quedará reducida a meras anécdotas. Al igual que los arquitectos, enfermeros, empresarios e ingenieros no marcharán a Inglaterra, Alemania o Estados Unidos. Habrá llegado la hora de emprender en España.

Y claro, esta revolución económica vendrá precedida por un compromiso del tejido empresarial de no solo dar trabajo, sino también de cuidar a sus empleados: sueldos dignos, acordes a su cualificación, y responsabilidad y horarios flexibles para compatibilizar la vida familiar. Aquello de “estamos en crisis, esto es lo que hay” sonará tan desfasado como el latín. Además, en 25 años se habrá comprendido que el objetivo de trabajar no es trabajar más; eso, acompañado de una vorágine de humanidad, nos invitará a reducir los años de cotización para que la jubilación sea un derecho y no el resultado de una función matemática donde ‘x’ tiende a infinito.

Con las carteras contentas y el estómago satisfecho, en un cuarto de siglo los institutos de España -donde los alumnos han descubierto que su primer gran derecho es el de respetar al profesor- repasarán la Historia Moderna y hablarán del Egipto 2.0 que surgió en 2011, después de que Bouzazizi se quemara frente a una comisaria. Discutirán sobre las consecuencias que ello trajo a todo el planeta, los cambios políticos, los relevos en el poder, las dictaduras que cayeron y las democracias que nacieron a la luz de la tecnología.

Los políticos dejarán de diferenciarse entre peleles y cantamañanas para representar al pueblo. La oposición abandonará el gritar por gritar y los gobernantes escucharán sus sugerencias. Internet será, legalmente, una gran torre de Babel desde la que la Cultura entrará en todos los hogares. Los bancos aceptarán una reformada tarifa ‘Robin Hood’ con la que dar alas a los países en vías de desarrollo. El Sida y el Cáncer tendrán cura. Los alcaldes no se corrompen. El precio de la vivienda es aceptable. El terrorismo ha muerto…

Y entonces, justo entonces, el tres de abril del 2036, los informativos nos mostrarán en directo como un meteorito de tiranosauras proporciones, el Apophis, choca con la Tierra y nos manda a todos a freír espárragos. Por la gloria de Roland Emerich, dejadnos soñar.