El laberinto de Escher

Hace un par de años visité la Casa-Museo de Escher, en La Haya. Me fascinó. Fue tan grata la experiencia que pienso repetir estos días, gracias a la exposición montada en la Alhambra y en el Parque de las Ciencias de Granada. El tipo es uno de esos artistas cuyo nombre no es tan conocido como su obra. ¿Quién no ha visto los pájaros que se transforman en liebres o las perspectivas imposibles? Es un clásico. Y, como suele pasar con los genios, ha inspirado a otros muchos trabajos en otras muchas disciplinas. En el cine, la última, quizás, sea ‘Origen’. Pero hoy me gustaría recordar una pequeña joya que guardo como oro en paño en mi memoria: ‘Dentro del Laberinto’ -que, por cierto, se proyectaba en el museo holandés-.

La película del maestro Jim Henson es una gozada ochentera que ha sabido envejecer muy bien. Una jovencísima Jennifer Connely -hablamos de 1986- interpreta a Sarah, una adolescente que se enfrenta al mayor reto de su vida: rescatar a su hermano de las garras del Príncipe de los Goblins, Jareth, que dio vida un sensacional Davie Bowie. A lo largo del film hay numerosas escenas de la imaginería de Escher: desde el juego con la bola de cristal de Jareth, hasta el palacio final en el que las estrellas bailan por el tejado.

Si tuviera que hacer una lista de películas indispensables para sobrevivir en una isla desierta, creo que incluiría ésta. Y no por ninguna razón objetiva -o aburrida-. Lo haría por esa lección inolvidable, al final de la cinta, cuando Hoggel, Ludo y Sir Didymus -los tres valientes compañeros de viaje de Sarah, inspirados en El Mago de Oz-, le dicen aquello de “si nos necesitaras, ya sabes dónde encontrarnos”.

Y es que, el laberinto de Jareth es una maravillosa forma de explicar el complicado paso a la madurez. A la toma de decisiones, a la responsabilidad, al pagar las facturas, a cuidar de los tuyos, a honrar tus compromisos… Una travesía de obligado tránsito en la que no podemos olvidar, nunca, que la fantasía (la literatura, el cine, el teatro: las historias) siempre estará ahí. “Si nos necesitaras…”