Un jugón inesperado

Está claro que las redes sociales son un aluvión constante de información que, entre líneas, termina desvelando usos y costumbres de sus usuarios. De todos ellos. Incluyendo de los que tenemos colocados en un pedestal. Es el caso de Arturo Pérez-Reverte, uno de los twitteros ‘famosos’ que mejor ha sabido captar la esencia del invento. El escritor convierte sus veladas frente a la pantalla en una charla de colegas frente a una cerveza de 140 caracteres. De hecho, siempre se refiere a Twitter como el bar de Lola. Política, literatura, cine, televisión, actualidad… Todo cabe.

El otro día me sorprendió gratamente. Empezó hablando de rusos y de personajes que ya habían sido vengados, de periodistas que escribían titulares entrecomillados de frases que él no había pronunciado y de Chuck Norris. Entonces, con un sabor inesperado, dijo que ya se había pasado el ‘Call of Duty: Modern Warfare 4’. Arturo Pérez-Reverte estaba hablando de un videojuego. De ahí en adelante se dedicó a analizarlo (gran guion, gráficos espectaculares, algo corto) y aprovechó para lanzar un mensaje a los que se quieran dedicar a contar historias: atended a las nuevas tecnologías.

Supongo que no será el primero, el mundo es muy grande. Pero ver cómo un escritor no sataniza los videojuegos -que es, lamentablemente, lo normal-, sino que los disfruta y valora como una buena película interactiva, me supo a gloria. Luego, mucha gente le decía que las historias seguirán vivas en cualquier formato, que lo importante es querer hacerlas con cariño y tal. A lo que el de Alatriste respondió con un mandoble imparable: hay que vivir de esto; no vale sólo con hacer historias; si no se profesionaliza, si no veo rédito del trabajo, no habrá historias.

¿Se dan cuenta? Pérez-Reverte consiguió, en poco más de diez minutos, con la insistencia de 140 caracteres, que miles de personas meditaran sobre la piratería, el arte y las nuevas tecnologías más que cualquier político con un mensaje subversivo de culpabilidad. Si usan Twitter no dejen de seguirle y, así, nos veremos todos en el bar de Lola.