Battle Royale, el paro insostenible

Los japoneses, esos entrañables tipos que cuando hacen huelga trabajan más, diseñaron un escenario ficticio para plantear qué harían con la sociedad de llegar, válgame el cielo, a una cifra de paro insostenible, insoportable e infernal: el 15% de la población desempleada. La solución, evidente para sus ojos rasgados, la plasmaron en la película ‘Battle Royale’. Versión gore y bárbara de un reality televisivo en el que, para nivelar el estado del bienestar, mandan periódicamente a una clase de un instituto japonés a una isla con el único objetivo de matarse entre ellos. ¿Por qué? ¡Porque no hay empleo para el 15% de la población! ¡Caos, caos, rebelión! ¡No hay trabajo!

Nosotros, los españoles, también tenemos nuestro método. ¿Que el 22,85% de la población está en paro? No se preocupen. ¿Que hay 5,27 millones de personas esperando un milagro? Tranquilos: estrenamos Gran Hermano 12+1. Antes de que algún descabezado me malinterprete, no, no estoy proponiendo una reforma educativa que incluya la decapitación. Pero sí estoy extrañado con el clima general, mucho menos irascible de lo que, creo, debería ser.

La verdad, al otro lado del cristal, es que miro la avenida principal y veo a una turba enfurecida comprando trapos rebajados. Veo bares a reventar, tapas bailar y copas que van y vienen. En serio, ¿dónde está el dinero? No sé si conocen a alguien que sufra el paro, de verdad. Que se obligue todas las mañanas a renovar su ilusión, a creer que es posible, que su currículum hoy tendrá sentido. Y un día y otro. Una tragedia que sólo puede comprender el que está o ha estado así, pendiente de un hilo fino, minúsculo y transparente.

He aquí mi ficción: a todos esos que están en el paro pero cobran por otros métodos más oscuros. A todos los que se aprovechan para crear puestos de trabajo ridículos e insultantes. A todos los que esconden dinero en paraísos fiscales o bajo el colchón. A todos los que consideraron que su dedo valía más que cualquier formación. A todos los que nos retienen bajo su manto de mediocridad. A todos esos, un viaje pagado a una isla perdida repleta de navajas. Y que no se salve ni uno.