Bafta & Artists

Es tan fácil imaginar las bocas de miles y miles de productores de cine. Ver sus sonrisas de perlas blancas adornadas por un humeante puro habano. Oír sus peroratas repletas de falsa modestia y trabajo excelso. Y, de golpe, el mayor de los silencios cierra las bocas, estrecha las comisuras y elimina el orgullo. Un silencio que dejaron pasar con una carcajada hiriente y una pregunta malintencionada: “¡¿Una película muda?!”

Si los premios son eso, honras a un trabajo bien hecho, trascendente, ‘The Artist’ es la ganadora del año. Su último triunfo llegó con los Bafta, donde prácticamente lo ganó todo. Y, si me resulta sencillo dibujar el rostro de los cineastas que dejaron pasar la oportunidad de rodar un proyecto tan bello, me es extremadamente complicado aceptar la cantidad de gente que aún no ha disfrutado de ‘The Artist’. ¿La vio usted?

Sé que hay pocas oportunidades -pocas salas, pocas sesiones-, pero si se le presenta alguna por delante, no la desaproveche. Por supuesto, esto no es científico: tal vez no le guste. O le aburra. O le parezca una soberana chorrada. Aunque creo que no será así. La película muda es un pequeño destello que no puede ni debe repetirse. Nadie en su sano juicio querría seguir viendo más cintas sin sonido. Y, precisamente por eso, por su cualidad de única y original, merece un visionado. Merece su consideración.

La metahistoria de ‘The Artist’ es la película inesperada. No me extrañaría que, dentro de diez o quince años, algún gurú del cine redima sus carcajadas con una película que narre la azarosa llegada de un guion ‘sin palabras’ a la gloria de los Oscars.