La curiosidad se va a los Oscar

La curiosidad se va a los Oscar. Digo curiosidad porque, cada día que pasa, el misterio que rodea a ‘Blancanieves’ se hace mayor. Un misterio avalado por las ovaciones de público y crítica allá donde se proyecta. Unas ovaciones que reniegan del sospechoso parentesco monocromático e inaudible con ‘The Artist’. Un parentesco que todavía me suena forzado, aprovechado y maquiavélico; pero sobre todo cateto. Un parentesco cateto por parte del cine español.

Ahora bien. Estoy dispuesto a tragarme la maldad de mis palabras. El más que evidente recochineo que gasté hace unos días para hablar de las candidatas españolas a los Oscar. Y los perversos prejuicios que gasto para según qué cine. Todo eso, directo al estómago, a regurgitar mi ignorancia supina, siempre y cuando la película lo merezca.

Pablo Berger estrena este fin de semana ‘Blancanieves’ con la mejor de las expectaciones. La Academia del Cine le ha abierto las puertas de Hollywood a sabiendas del buen recibimiento que ha tenido en varios festivales internacionales. Aún así, sigo pensando que el peor enemigo de ‘Blancanieves’ es la propia ‘Blancanieves’, por una sencilla razón: no todo el mundo va a leer la entrevista en la que el director jura que tuvo la idea antes que ‘The Artist’. Ni todo el mundo va a tener a su lado una compañera que hizo un reportaje del casting que se realizó en Sevilla, muchos meses antes de que ‘The Artist’ fuera el éxito que estaba por llegar. Así que, habrá comparaciones.

Mientras tanto, ‘Grupo 7’ es una película redonda, espectacular, apasionada y talentosa. Una obra de ingeniería cinematográfica que habla maravillas de la gente que se esconde detrás de sus cámaras. Espero que el equipo de Pablo Berger sea sensacional. Tanto, al menos, como el de ‘Grupo 7’. Ahí estará mi vara de medir.