Rebobine, por favor

En esta maravillosa época de regalos y detalles varios, el amigo Papá Noel tuvo a bien dejar en nuestra chimenea (léase felpudo) ‘Rebobine, por favor’ (2008), fantástica película de Michael Gondry cuyo estreno en las grandes salas de nuestro país fue más secreto que la construcción de la Estrella de la Muerte. La cinta, protagonizada por Jack Black (‘Nacho Libre’) y Mos Def (‘Guía del Autoestopista Galáctico’), está corriendo una suerte similar al otro gran título de Gondry, ‘Olvidate de mí’ (cuyo título en inglés, ‘Eternal Sunshine of the Spotless Mind’, es mucho más justo con su grandeza), ganando fieles adeptos conforme pasa el tiempo. ¿Por qué? Porque son geniales.

La gran mitología de ‘Rebobine, por favor’ es el concepto de ‘suecar’. A saber, ‘suecar’: rehacer una película ampliamente conocida, sin un duro, con una cámara doméstica, actores amateurs y la imaginación como único presupuesto. El nudo de la película, en el que vemos las escenas suecadas de ‘Cazafantasmas’, ‘Men In Black’, ‘Paseando a Miss Daisy’ y ‘Hora Punta 2’, entre otras, es una declaración del amor más profundo de Gondry por las historias; algo parecido a lo que hizo Scorsese con ‘La invención de Hugo’, pero sobre un escenario mucho más ‘indie’.

Pero cada visionado de ‘Rebobine, por favor’ ofrece una lectura mayor, complementaria y sugerente. El periplo de Black y Def contra las grandes productoras, por ejemplo, es todo un desafío al cine entendido únicamente como negocio, como enriquecimiento de unos pocos a costa de la calidad de las historias que ellos mismos pagan. “¿Por qué suecar una película es ilegal y no lo es hacer remakes de todo? ¡Ellos lo hacen todo el tiempo!”, se pregunta uno de los protagonistas.

Como les decía, la onda explosiva de Gondry sigue creciendo. Y, mientras ‘Olvidate de mí’ entra en casi todas las quinielas de mejores películas de la primera década del 2000, ‘Rebobine, por favor’ ha conseguido trascender más allá de los límites del rodaje. Si ahora se dan una vuelta por Internet, descubrirán cientos de películas suecadas por extraordinarios anónimos que muestran, como Gondry, su desmesurada pasión por las historias.

Dicho lo cual, ¿quién se apunta a suecar una película durante 2013? ¡Eso sí que sería un gran propósito de año nuevo!