De Granada a Santiago: el reencuentro con el camino

“Los caminos son así: empiezas siendo y terminas queriendo ser”. Creí que nunca encontraría una buena excusa para volver a usar esta frase. La utilicé en la crítica de ‘The Way’, de Emilio Estévez (2010). Una película intrascendente para el cine pero todo un baúl de recuerdos para los que, alguna vez, compartimos el Camino de Santiago.

Por más que pase el tiempo, el lazo es tan fuerte que una sola mirada entre peregrinos es capaz de concentrar el olor del albergue, el sabor de las estrellas fugaces, la música de la mochila y el mismísimo tacto del humo del botafumeiro. El Camino es una aventura sinestésica, en la que toda verdad se magnifica aunque carezca del más mínimo sentido. Porque por algún extraño hechizo -llámenlo deseo, esperanza, fe-, el dolor más intenso se hace soportable y cada sorbo de agua -cada flor, cada soplido, cada colina- es una señal inequívoca de que vas a conseguirlo: entrar en la Universidad, sacar las oposiciones, escribir una novela, ser un buen padre, perdonar a un hijo…

Hace más de diez años desde que mi pandilla y yo, recién sacada la selectividad, marchamos a Santiago. Y aún hoy me es imposible no sentir una empatía absoluta por el peregrino que va o el peregrino que viene. Imaginen, entonces, la sensación tan eufórica que sentí al ver el documental ‘El Camino del Norte: El Reencuentro’, realizado por un grupo de granadinos bajo la siempre atenta mirada de Álex Cámara.

Qué quieren que les diga, para los que estuvimos allí es como abrir un álbum de fotografías en el que sus protagonistas dependen de los ojos que miran. Es como leer una novela y sentir que vuelves a casa, que vuelves a aquella tarde soleada, a aquellos pastos húmedos, a aquella gente que conociste entonces y que no volviste a ver después. Pero que no abandonan tu recuerdo.

Al igual que ‘The Way’, ‘El Camino del Norte: El Reencuentro’, es una excusa para revivir anécdotas, para recordar a los que ya no están y a los que están pero han cambiado. Para enaltecer la promesa o para resucitarla. 45 minutos de documental que pueden ver a continuación y que les servirán -como a Álex, Santi, Carlos, Alejandro y Migue- para desear, otra vez, un buen camino.

Peregrino que subes montes

para ver horizontes

Alma errante y dolorida con hambre de verdades

que busca soledades

 

Para tener compañía,

mente vagabunda peregrina,

que vuela más que camina,

que aún no llega, y ya se va

 

Tu Camino va a Santiago, y tú…

¿a dónde vas?