La caza

El problema de las mentiras bien contadas es que pueden disfrazarse de verdad; generar dudas, desconfianza y obsesión. Una suerte de teléfono escacharrado que transmite mensajes aliñados por una percepción sugestionada. Un estúpido y pequeño detalle de la vida cotidiana puede terminar en una fuerte discusión sin sentido. Porque así somos, prejuiciosos y sibilinos, dispuestos a sentenciar al otro, al que dicen que es culpable, antes de iniciar el juicio. Las malditas apariencias. El jodido orgullo.

Hacía tiempo que no veía una película que consiguiera dominar mis emociones por completo. De hecho, ‘La caza’ de Thomas Vinterberg es una emoción en sí. Y como todas las emociones, juega con su portador sin dejar que la razón lidere la experiencia. Desde las risas del primer fotograma al inenarrable rostro que cierra la proyección, la cinta danesa es un poderoso ejercicio de la psique humana. Un descenso continuo en la desesperación, la agonía, el odio y el amor.

Lucas (Mads Mikkelsen, le vimos en ‘Casino Royal’ y en ‘El Rey Arturo’, aunque gana fama gracias a la serie de televisión que protagoniza, ‘Hannibal’), por fin, empieza a ver la luz. Después de su divorcio y de perder su trabajo, vuelve a enamorarse y encuentra un empleo en una guardería. Rodeado de sus amigos de la infancia, la vida de Lucas brilla como antaño. Sin embargo, el camino se oscurece cuando una niña pequeña, una alumna, sin saber lo que hace, pronuncia unas palabras terribles…Y dudan de él.

‘La caza’ es perturbadora. Muy perturbadora. Se sentirán perseguidos, amenazados, incordiados, incómodos, odiados y enjuiciados. Se revolverán en la butaca sin llegar a encontrar la postura. No, no es una película fácil. Exige una fortaleza especial del espectador. Y no por las imágenes, bellamente rodadas por Vinterberg, con un talento innato para mover la cámara. Sino porque, antes de que se de cuenta, ya habrá tomado partido.