Wild Wild… After Earth

Vaya por delante mi más sincero respeto para el Príncipe de Bel Air. Creo que es un sentimiento bastante extendido, aceptado y contagioso: nos cae bien Will Smith. Es uno de esos pocos famosos a los que nos gusta verle triunfar. No sé, es un tipo carismático. Después de todo, su vida es un perfecto ejemplo de ‘Show de Truman’: lleva con la cámara a cuestas desde que nació. Le hemos visto crecer, enamorarse, rapear, ovacionado en el drama y en la comedia, ser padre y, por supuesto, fracasar.

La taquilla estadounidense ha dictado sentencia sobre ‘After Earth’. Y era una sentencia muy esperada porque juntaba a M. Night Shyamalan, un talentoso director (‘El sexto sentido’, ‘El protegido’) denostado por sus últimos y lamentables trabajos (‘The Last Airbender’, ‘Devil’), con la familia pródiga del star-system americano, Will y Jaden Smith. Un experimento casi de alquimia, de fusión de opuestos, para conseguir una reinvención de Shyamalan y una nueva medalla para los Smith. Sin embargo, las matemáticas mandan y más por menos, menos.

Según Metacritic la cinta merece una nota de 32/100. Una calificación desastrosa para un proyecto de esta magnitud, con calificativos del tipo «lamentable guión», «espectáculo bochornoso», «actores vacíos» y «sinsentido general». El film, que llegará a nuestras pantallas el próximo 28 de junio (es el problema de estrenar las películas con tanta diferencia, todos los adjetivos se engrandecen y pierdes el golpe de efecto inicial), guarda ciertas reminiscencias con ‘Wild Wild West’ (Barry Sonnenfeld, 1999), el mayor batacazo del actor en su carrera. El tiempo dirá cuál de las dos es peor.

Sea como sea, he aquí una confesión de esas que hacen daño: ‘Wild Wild West’ me divierte. Es ridícula, se parodia a sí misma y su guión sólo será comparable al que apunta maneras de ser el gran truño veraniego de este año, ‘El llanero solitario’ (Gore Verbinsky). Pero es que yo, como les decía, respeto mucho al Príncipe de Bel Air.