Star Trek, para llegar con audacia

El espacio permanece inmóvil en la refriega, como el testigo del crimen que se esconde en la multitud, arropado por un lienzo de oscuridad e incontables destellos que dispersan la atención. Dentro de la nave, otro universo de luces compone su propia estampa: las alertas en la pantalla, el estado de los escudos, la potencia del armamento. El piloto tuerce el timón y la gravedad ejerce su magia, mientras un alboroto de órdenes, pitidos y chasquidos reverberan en la cabina. En el sillón de mando, pulido como una escultura de Rodin, el capitán observa impertérrito el escenario: el espacio, una enorme pantalla de cine plegada en el casco de la nave.

Las historias aportan una dosis de fascinación sin la que no sería posible vivir. Desde su nacimiento, el gran triunfo de Star Trek ha sido la creencia absoluta de sus personajes de que siempre hay algo nuevo por descubrir. “Para llegar con audacia donde ningún otro hombre ha llegado jamás”. Cada vez que cerramos un libro o una película, ampliamos nuestros horizontes. Salimos a la calle y miramos el mundo con otros ojos, conscientes de que somos más que antes.

La tripulación del Enterprise ha pasado por todo tipo de vicisitudes. Ya en la serie de los años 60, Kirk y Spock visitaban planetas alternativos donde nunca cayó el imperio romano o la Alemania nazi. Llegaron a traspasar la misma muerte, a ceder el poder a otros líderes, a envejecer. Y, por supuesto, volvieron a nacer -brillantemente- de la mano de J.J. Abrams el pasado 2009. Un nuevo origen que nacía directamente del original. Con un Leonard Nimoy comprometido con su rol de cordón umbilical, de sustento, de equilibrio entre el pasado y el futuro. Lo posible y lo imposible.

¿Y todo para qué? ¿Por qué ese giro de tuerca? ¿Por qué iniciar otra vez los viajes de la Enterprise y reescribir la historia? Primero, por respeto a la original. Desmarcarse de ella era la mejor forma de honrarla. Y, segundo, porque sabían que siempre hay algo nuevo por descubrir. El ‘Star Trek’ de Abrams me parece una aventura maravillosa. Por fin, mañana, llega su secuela. Seguimos flotando en el espacio, mirando la pantalla, para llegar con audacia  donde ningún otro hombre ha llegado jamás