La vida secreta de Walter Mitty

Una fría mañana de enero, cuando trabajaba de ‘barista’ en una cafetería de Londres, entró una señora aterrorizada y me pidió una taza de té verde. Por lo visto, había aparecido un agujero descomunal en su jardín y no daba crédito. Dispuesto, marché con ella a su hogar, cerca de Notting Hill, y le prometí que iba a descubrir qué había en lo profundo del hueco. Imaginen qué sorpresa cuando aparecí en un túnel subterráneo, a los pies de la Alhambra.

Cada vez que cuento esta historia –verídica–, la gente me mira como si fuera un descerebrado irracional. Pero eso –y otros muchos viajes– es lo que sucede cuando lo que esperabas de la vida no alcanza los mínimos exigidos. Un virus que domina y colapsa el universo: un cohete en la espalda de tu jefe que le manda a la tercera luna de Júpiter, sobrevolar el mar a lomos de una ballena, teletransportarte a casa después de una noche toledana… Eso es lo que le pasa a Walter Mitty y a todos los que sufrimos, de vez en cuando, del virus de la imaginación.

Ben Stiller recupera la silla de director (‘Tropic Thunder’ y ‘Zoolander’ son sus anteriores trabajos) para dibujar una película con una poderosa capacidad evocadora. En gran parte, por la preciosa fotografía y la excelente recopilación musical (con el ‘Wake Up’ de Arcade Fire me ganas fácilmente) que encuadran la aventura de Mitty. Y, sin embargo, ese también es su problema. El film de Stiller resulta como una especie de cadena de videoclips musicales que no terminan de cohesionar. ‘La vida secreta de Walter Mitty’ funciona mejor vista por fragmentos, como pequeñas píldoras de genialidad aisladas del resto (por eso el tráiler es tan bueno).

Tampoco termina de convencerme el regusto a ‘película de autoayuda’ que destila. Su epílogo, tras una trama poco sorprendente, es extrañamente conformista. Más contundente es el mensaje contra las grandes empresas, la crisis de humanidad, y la paulatina destrucción del trabajo artístico. Todo un canto a la utilidad de lo inútil.

Ben, pese a todo, estás cerca de rodar algo extraordinario. Estoy contigo, Mr. Furioso.

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También la lluvia, tráiler

Acabo de ver el tráiler de ‘También la lluvia’, la última cinta de Icíar Bollaín que, además, está preseleccionada para ir de paseo a los Oscar -con la inigualable Celda 211 y la inaguantable ‘Lope’-. El caso es que conforme pasaban los segundos del vídeo de marras, le daba vueltas a la inspiración de la artista madrileña. Y, qué quieren que les diga, tengo un parecido razonable: un director y un productor se empeñan en rodar una película en plena revuelta en un lugar exótico, donde terminarán siendo auténticos partícipes y no meros intérpretes de una historia real, donde su propia vida se pondrá en entredicho.

Venga va, Luis Tosar y Gael García Bernal no son Ben Stiller ni Robert Downey Jr. Una tiene pinta de drama épico y la otra está a caballo entre la acción y la comedia. Pero, no me digan que el parecido entre ‘También la lluvia’ y ‘Tropic Thunder’ no es, por lo menos, aparente. Evidente, incluso.

Con esto no quiero criticar o desmerecer ninguna de las dos películas. De hecho, Bollaín me parece una directora que merece un visionado, siempre. Y la de Stiller es un genial clásico -que se atreva alguien a discutirlo- de la última década. De hecho, es uno de los estrenos españoles que más ganas tengo de ver. El tándem Tosar-Bernal me parece muy atractivo. En los dos minutos de tráiler, ya transmiten una complicidad trabajada, de esas que gusta ver en pantalla.

Claro, que si me tengo que fiar de lo que parecen los tráilers de las últimas películas españolas mejor no nos arriesgamos a sacar ninguna conclusión. Que ya ha quedado demostrado que la ignorancia es muy atrevida y que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Vaya, tantas vueltas para decir que dos veces no tropiezo en la misma piedra. Que santo Tomás, ni una más… Todavía me duelen las expectativas que creó el tráiler de ‘Lope’.

Postdata: Alberto Amman, prota de ‘Lope’, fue a Buenafuente. El catalán le dijo que le había sorprendido ver al dramaturgo español convertido en un héroe de acción, con espadas y todo. Amman dudó y, tras unos segundos, respondió: “Err, sí, sorprenderá”. Se ve que Buenafuente no ha visto la película y sí el tráiler.

Tropic Thunder

Dos años después me sigue pareciendo una maravilla. La muestra de que las apariencias engañan y de que, a veces, detrás de una cara de payaso y una filmografía a ratos cutre, puede esconderse un genio. Ben Stiller dirigió ‘Tropic Thunder’, cinta que en 2008 le valió a Robert Downey Jr. una nominación al Oscar por su papel de actor entregado que se mete, literalmente, en la piel de un negro (hace poco, por cierto, vi la película en versión original y su voz es espectacular; una pena el doblaje).

El caso es que quería sacar de la papelera de reciclaje a ‘Tropic Thunder’ para compararla con un estreno que nos llega en breve: ‘Los mercenarios’ (‘The Expendables’). A ver, la primera es una comedia que trata sobre un grupo de actores consagrados en otra época que quieren hacer la película de guerra más cara de la historia. La segunda es una cinta bélica que reúne a los actores más míticos del cine de acción de los 80 y 90 con el único objetivo de recuperar el espíritu de las mejor adrenalina. ¿Parecidos razonables?

Y hay otro punto en común. En ambos casos, el director de la película es un genio no reconocido. Tanto Ben Stiller como Sylvester Stallone son brillantes. Y lo digo totalmente en serio. Ambos han sabido aprovechar lo que tenían para culminar con éxito grandes proyectos -rodeados, eso sí, de bazofias XXL-.

Hay un tráiler en Internet de ‘Los mercenarios’ divertidísimo: empieza con imágenes de ‘Sexo en Nueva York 2’, ‘La última canción’, ‘Eclipse’ y otros pasteles del estilo. A continuación, unas letras impresas en la pantalla dicen: “Ya era hora de una película como las de antes”, con una gran explosión y los nombres de los protagonistas… Ains, qué ganas tengo de verla.