Fargo para el frío

Miraba por la ventana y me imaginaba la situación. ¿Qué cara pondría un tipo de Minnesota al ver nuestras reacciones cuando nieva? «¡Nieva, nieva, Dios mío, nieva!», «sí, ya lo veo, ¿y?», «¡que nieva, madre del amor hermoso, nieva!», «ajá». Supongo que será algo parecido a si viene un señor que nunca salió del desierto y alucina al ver llover. Sea como sea, me hace mucha gracia. Aunque, por ser honestos, ayer, mientras veía la nieve caer, no pensaba en nada agradable. Pensaba en asesinatos. En sangre. En el martillo de Lester Nygaard y la cuchilla de Lorne Malvo. Pensaba en ‘Fargo’.

Por supuesto que la pueden ver cuando les plazca (mientras la vean, claro, eso es lo importante), pero ‘Fargo’ es una serie de televisión para el frío. Una serie en la que el ambiente, el blanco impoluto de la nieve que rodea a la trama criminal, es un protagonista más. La pulcritud de la fotografía contrasta con la violencia y el caos que generan los vecinos de este pequeño pueblo de Minnesota. Dos extremos que nos llevan de la risa nerviosa al suspense más sobrecogedor.

En teoría, ‘Fargo’ es una miniserie de diez capítulos. Yo veo cine. Diez peliculones de una calidad técnica y narrativa envidiables a todas luces. Una de esas perlas (ya saben, ‘True Detective’, ‘Sherlock’, etcétera) que sobrepasa los límites de su formato y ridiculiza cualquier intento de ningunear lo que se puede hacer en televisión. Billy Bob Thornton y Martin Freeman están soberbios, pero es que los ‘casi’ desconocidos Allison Tolman y Colin Hanks llaman a las puertas del cielo.

Pueden tomar un caldo caliente y mirar por la ventana y abrigarse con la mesa camilla y tomar cientos de fotos de la nieve y pensar en tipos de Minnesota que se extrañan de su extrañeza y pensar en el calor del verano… Pero es invierno, hace frío y es la hora de ‘Fargo’.

 

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Sed de Venganza

Se dice se comenta, que el miércoles pasado Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone quedaron para charlar de los viejos tiempos, merendarse unos Happy Meals y ver una película con aires de clásico -que para algo era el día del espectador-. De clásico de acción de los 90, claro. ¿Su elección? ‘Sed de Venganza’, de George Tillman (‘Hombres de Honor’). ¿Por qué? Porque lo tiene ‘todo’: Hay un policía que se va a jubilar (Billy Bob Thornton) cuyo matrimonio pasa por sus horas más bajas, algo que queda patente cuando no puede llevar a su hijo al partido de béisbol, tal y como había prometido, para cumplir sus obligaciones con la investigación de unos asesinatos que le tienen en vilo. El poli, además, tiene una compañera que parece que le odia pero no, en realidad le aprecia. Hay una rubia despampanante que está ahí con una misión clara e innegable: poner carne; también hay una escena en un club de striptease. Los coches son americanos, de esos que hacen mucho ruido al arrancar y derrapan en todas las curvas. Y, por supuesto, lo que enamoró a Schwarzenegger y a Stallone: hay un grandullón de músculos imposibles (Dwayne Johnson) dispuesto a matar todo lo que se ponga por delante, que no pierde el tiempo en pronunciar más de tres palabras seguidas y que, alucina vecina, tiene una placa de acero en la cabeza de cuando los asesinos de su hermano, a los que por cierto quiere cargarse, le pegaron un tiro en la chola. Si a todo esto le suman una traducción ‘meidinespein’ (el título original es ‘Faster’), obtienen la película que Terminator comparó con el ‘Cinema Paradiso’ del cine de acción.

Cojamos aire. Bien. ‘Sed de venganza’ es lo que es, sincera desde el minuto uno: no pierde el tiempo con diálogos innecesarios, explicaciones o sutilezas. Dwayne Johnson recupera los clichés del cine noventero para soltar frases lapidarias, puñetazos sonoros y disparos a bocajarro.

Bien visto, no es en absoluto un mal plan para el día del espectador. Una hamburguesa y violencia a cascoporro. Como dirían 091, ¿qué fue del Siglo XX?