Cineasta blanco, Corazón negro, Escritor verde

Para los que tienden a patearse el mundo, el cine es un espejo que equilibra la realidad y la ficción. Cada vez que me subo a un avión recuerdo las palabras que solía repetir una profesora de Redacción:  «viajar y escribir, ¿qué mas?» En eso pensé, precisamente, el día que pisé África. Asistí a un encuentro de teatro intercultural en Assilah, Marruecos, con los alumnos de un instituto granadino. Fue una experiencia preciosa. Y es cierto lo que dicen, África siempre está por descubrir.

Las obras de teatro, escritas e interpretadas por los adolescentes, trataban en su mayoría sobre la inmigración ilegal, el drama de las pateras y el sueño que viste el viaje: la tierra prometida. Es curioso, porque mientras para nosotros, a este lado del charco, África es el paraíso original, para ellos, es nuestro suelo el que guarda la fuente de la vida eterna.

Viajar, las historias, el cine y África se conjugan en ‘Cine blanco, corazón negro’, el nuevo libro del escritor granadino Jesús Lens, que sigue emperrado en hacernos recorrer todo el mundo a lomos del celuloide (‘Café Bar Cinema‘, ‘Hasta donde el cine nos lleve‘). A lo largo de sus quinientas páginas, Lens rescata los mejores films relacionados con el continente africano, invitando constantemente al lector a descubrir ‘algo más’. ‘Invictus’, ‘Hotel Rwanda’, ‘Diamante de Sangre’, ‘Grita Libertad’, ‘Adiós Bafana’ o, incluso, ‘El Rey León’. El análisis cinematográfico se convierte en un apasionado relato, el cine contado e interpretado minuciosamente, como el maestro que desgrana a sus alumnos el arte de la química.

La lectura del libro de Lens ha producido el mismo efecto que aquel viaje a Assilah. El ver más allá de la pantalla, más allá de lo evidente, es una alquimia muy recomendable. Así, página a página, el cine se convierte en relato, el relato en introspección, la introspección en reflejo y el reflejo en una maleta más para el camino. Jesús Lens es esa clase de escritor nómada que brota entre la hierba, siempre esperanzado en un mundo mejor. Esperanza que viste de verde.

Disfruten la lectura.

Café-Bar Cinema, de Jesús Lens

El Café Nero es una de esas cafeterías modernas repletas de ‘gafapastas’ llamados a crear, bajo el intenso aroma de un caldo conciliador, una obra maestra en una servilleta de papel. Allí trabajé durante un año, en Londres. Así que cuando Jesús Lens me dijo que publicaba ‘Café-Bar Cinema’, un libro sobre las películas que honran a esos altares de la Vida, me sentí, irremediablemente, protagonista de la historia. Y, oigan, qué historia.

He de confesar que he leído ‘Café-Bar Cinema. Cafés, bares y clubes de película’ (Editorial Almed) con un apetito voraz, lo que ha propiciado que ingiriera sus casi 500 páginas a una velocidad de vértigo, como esas Alhambras Especiales fresquitas de las que tan orgullosamente habla su autor. El fantástico diálogo que Lens establece con el lector se basa en un valor que estará presente desde la primera a la última página del libro: empatía. No se trata de un discurso científico, frío y técnico. Estamos ante un retrato coral de la historia, el arte, la cultura y las costumbres que acompañan al Cine. Un derroche de cariño por algo más que una afición que sirve de punto de encuentro para el lector cinéfilo que, seguro, encontrará una sensación parecida al buen sabor de boca que deja una charla entre amigos en la barra de un bar.

Desde las teorías ‘antipropinas’ del Señor Rosa de ‘Reservoir Dogs’ hasta la refriega espacial en el Puerto de Moss Eisley de ‘La Guerra de las Galaxias’, pasando por ‘Airbag’, ‘After’, ‘Medianoche en París’, ‘Casablanca’, ‘Río Bravo’, Blade Runner’, ‘Escondidos en Brujas’… Y también series de televisión -con especial fijación en las genialidades de la HBO-: ‘Treme’, ‘The Wire’, ‘Perdidos’ y ‘Mad Men’. Un completísimo repaso que, además de gozarse como lectura, también puede emplearse como guía de visionado para el espectador que quiera descubrir grandes obras maestras.

Al cine y la televisión unan la desbordante pasión que Lens profesa por la música y obtendrán este hechizo alquímico en formato literario que les transportara por un rico mundo de experiencias, recuerdos y bares. Muchos bares.

Vale. Jesús Lens es mi amigo. Pero les digo una cosa: ojalá ‘Café-Bar Cinema’ estuviera escrito por un imbécil y prepotente autor moderno de intereses retorcidos y carisma putrefacta para que me creyeran, sin lugar a dudas, cuando digo que este libro es imprescindible.