20 de abril del once

20 de abril del dos mil once. Hola chata, ¿cómo estás? ¿Te sorprende que te escriba? Ya, ya sé que hace tiempo que no hablamos y que tu vida habrá dado miles de vuelcos emocionantes. Es normal, después de tanto tiempo.

Pues es que estaba aquí solo, en la redacción, en el ordenador de todos los días, y me había puesto a recordar las mañanas de Semana Santa viendo las películas que alquilamos en el videoclub o comiendo tortas de chocolate por las calles de Lupión. Aquellos tiempos en los que los dibujos animados y los tebeos regulaban la imaginación, en los que una semana de vacaciones era un mundo de posibilidades. Qué quieres que te diga, me entró la melancolía y te tenía que hablar.

¿Recuerdas aquella noche viendo ‘La loca historia de las galaxias’? Las risas que nos hacíamos antes todos juntos. Hoy no queda casi nadie de los de antes, de los que salíamos sin teléfono a jugar a la calle, de los que gritábamos para mandar un sms, de los que hicimos cola para ver ‘El Rey León’, de los que devolvíamos la cinta sin rebobinar, de los que nunca hubiéramos cambiado un ‘polis y cacos’ en la plaza después de comer por ver ‘Sálvame’. Y los que hay han cambiado. Vaya si han cambiado.

Pero bueno, ¿tú qué tal? Di, lo mismo hasta tienes críos. ¿Qué tal te va con el tío ese? Espero que sea de los que se ríe con The Office. Yo, la verdad, como siempre. Sigo currando en lo mismo, lo de escribir no me cansa, aunque no te negaré que a veces me encuentro vacío.

En fin, que me despido. Si te mola me contestas. Espero que mis palabras desordenen tu conciencia. Yo sigo con mis palabras y tú, hazme el favor, sigue con tus sueños.