Blancanieves y la leyenda del cazador

Érase una vez un joven productor de cine que soñaba con hacer una película que condensara la inocencia de los cuentos de la infancia y la magia del cine épico. De todo el cine épico. Por eso decidió gastar su dinero en rodar un film titulado ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ en el que pudiéramos ver, entre otras: compañías al más puro estilo El Señor de los Anillos recorriendo grandes colinas, discursos motivacionales a lo ‘Gladiador’, heroínas modernas como la ‘Alicia’ de Tim Burton, luchadores grandullones de moda, como ‘Thor’, carreras a caballo calcaditas a las de ‘Robin Hood’, enanos como Tyrion Lannister de Juego de Tronos, criaturas fantásticas como las de ‘Furia de Titanes’, un trío amoroso a lo ‘Princesa Prometida’, razas curiosas que buscan libertad como en ‘Avatar’, un bicho grande que es el rey de la naturaleza como en ‘Narnia’ o ‘La princesa Mononoke’… Y todo liderado por la actriz de Crepúsculo. ¿Qué podría fallar?, se preguntaba el productor.

Todo.

Valiente bazofia sin sentido que baila de un sitio a otro sin la más mínima cohesión; mosaico de vergüenzas expuestas sin tapujos que empieza con una Blancanieves rezando el Padre Nuestro y termina con una niña que es la reencarnación del espíritu del bosque; chorrada mística que pierde el norte como el comensal que no sabe de qué plato comer en un banquete infinito; aburrida tortura que pretende a un espectador con memoria de pez, que olvide con facilidad la escena anterior porque, probablemente, la siguiente no tenga nada que ver. Frustrante despilfarro de dinero.
Alguien dijo –con acierto– que ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ es una ‘Scary Movie’ de los cuentos, una irrefrenable e involuntaria parodia de sí misma que convierte cualquier vestigio de aventura, emoción o épica en una desilusionante orgía de insensateces.

No les negaré que se echarán unas risas con los amigos, al terminar la película, intentado ubicar todos los ‘copia y pega’ descarados de la cinta de marras. Pero no se confundan, es un espejismo pasajero que tardará poco en despejarse. Esta película es una pena. Ni espejos, ni guapas, ni manzanas, ni nada de nada.

Moraleja: ya hay una segunda parte encargada.