Don Jon

ATENCIÓN: SEXO GRATIS CON SCARLETT JOHANSSON. Si no he llamado su atención –sea hombre o mujer, no importa su sexualidad–, tal vez no le merezca la pena seguir leyendo. Ni ir al cine. Si, por el contrario, pertenece al 95% de la humanidad viva, no pierda la pista de Joseph Gordon-Levitt (‘El caballero oscuro: la leyenda renace’, ‘500 días de verano’) uno de los artistas más versátiles de la estela hollywoodiense. Su planteamiento es sencillamente genial: dirigir una película sobre un adicto al porno, protagonizarla y elegir como compañera de reparto a la rubia más sexy del planeta, Scarlett Johansson. Con la que, por supuesto, se magreará a tutiplén. Venga, ¿es o no es para darle una ovación?

Don Jon’, sin embargo, es una fachada llamativa construida sobre unos pilares sólidos y una narración muy inteligente. Gordon-Levitt supera las apariencias y utiliza un tabú social, el porno, como excusa para hablar del amor más humilde, terrenal, contradictorio y realista. Y de cómo nosotros, hombres y mujeres, aislamos toda opción de felicidad por una ambición –una fantasía– totalmente irreal.

Sus amigos le conocen como Don Jon porque es un Don Juan moderno. Un ligón empedernido que cada noche se lleva a casa a una nueva mujer, a cada cual más espectacular. Su secreto, sin embargo, es que después de acostarse con ellas, enciende el ordenador y ve porno. Todo cambia cuando Barbara (Scarlett), una explosiva y exitosa diva, le pilla con las manos en la masa.
La excelente química entre Joseph y Scarlett (y, más tarde, con Julianne Moore) sostiene una película de formas canallas y fondo desafiante. ¿Por qué hay que avergonzarse del porno y no de querer tener un romance como los del cine? ¿Qué es más inverosímil, una orgía descontrolada o el abrazo de Leonardo DiCaprio y Kate Winslett en la proa del ‘Titanic’? El discurso, dirigido con un acertado pulso y un montaje travieso, conseguirá que ellos y ellas se revuelvan en la butaca ante verdades incómodas y sonrisas cómplices.

Y después de dos horas entretenidas, sinceras y directas, sin tapujos, ‘Don Jon’ vuelve a escribir en mayúsculas, una basta, nada romántica y muy funcional definición del amor. Un amor sacado de carriles y convenciones. El amor por el amor, transgresión y ñoñería al mismo tiempo, una frase  –una apariencia– que no entenderán hasta que vayan al cine:

SU MIRADA ME LA PONE DURA.

DON JON