Algo para creer

A contraluz, la madre y la hija parecen dos sombras de cine en blanco y negro. Unidas por sus manos forman una única silueta sin principio ni fin, como un símbolo de infinito o una pista de Scalextric. Ambas miran por un gran ventanal que sirve de desahogo al centro comercial, cerca de la entrada de los cines. Están tan quietas que parecen estatuas;una extraña parte de la decoración navideña. Miran al cielo, que se ve perfectamente a través del cristal. Es azul cristalino, una mancha de color casi homogénea, únicamente interrumpida por dos líneas de humo blanco que cruzan la bóveda.

No nos habíamos dado cuenta –ni ellas ni yo– de que a nuestras espaldas había un grupo de jóvenes (entre quince y veinte años, vaya usted a saber) que me observaban observar a la madre e hija que observaban el cielo. Ya saben, como cuando pones un espejo enfrente de otro y se forman imágenes hipnóticas difícil de entender. Sin embargo, ellos optaron por pegar el hocico a la ventana y mirar, de primera mano, la espumosa línea blanca que dividía el cielo.

-Es eso que echan los aviones –dice uno, con bufanda.
-¿Humo? –bromea el segundo, con anorak verde.
-Eso es un ‘chemtrail’ –corta el tercero, con una chapa de Pacman.
-¿Pero qué narices es un chemtrail? –replica el anorak.
-Eso es la chorrada esa que dicen que nos infectan con virus y mierdas raras, ¿no? –responde la bufanda.
-No es ninguna chorrada. Hay estudios científicos que lo demuestran. Luego os mando unos vídeos de Youtube –sentencia el Pacman.
-¿Youtube? Sí, muy científico todo… –se mofa el anorak.
-Tío, eso es humo. Vapor de agua. No le busques tres pies al gato –termina bufanda.

El Pacman suelta un bufido y sale por la puerta de la derecha. Acto seguido, se marchan bufanda y anorak. Cuando todo vuelve a la quietud anterior, la hija mira a su madre, con una carcajada que llevaba varios minutos aguantando:

-¡¡No tienen ni idea, mamá!!
-No, hija.
-¿Se lo decimos?
-No, que se lo expliquen sus padres.

(Feliz Navidad, amigos del cine)

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