Cuando George Lucas vaya al cine

Por mucha crítica que le haya podido hacer a George Lucas por la segunda trilogía de La Guerra de las Galaxias, debe quedar claro que, ante todo, le guardo la mayor de las admiraciones. Él fue el culpable de la degradación de la saga más importante del cine; pero también fue su padre. Es envidia, en realidad, lo que siento. ¿Se imaginan? Escribir una historia que fascine a decenas de generaciones, una historia que impregne la cultura popular y marque, por siempre, a los héroes que están por venir. Qué sueño.

La revista USA Today publicó ayer una entrevista a Lucas en la que confiesa que decidió no implicarse en la nueva trilogía de ‘Star Wars’ por tiempo. «Tengo 70 años y meterme en un proyecto de diez años era algo muy arriesgado… Prefiero vivir al dinero», dice. Es curioso. ¿Quién no lamentó que Lucas se había rendido ante el poder del dinero tras ver el resultado de ‘La amenaza fantasma’?

De todas formas, la gran declaración de la entrevista, para mí, es otra muy distinta. Es una frase que ha pasado desapercibida pero que muestra un lado humano muy emotivo: «De lo único de lo que me arrepiento con ‘Star Wars’ es de no haber ido nunca a ver una película, pero esta vez podré disfrutarla igual que el resto del mundo». Porque, en el fondo, Lucas es un fan más de su propio trabajo. Como cualquiera de nosotros. Uno más.

Y lo es porque su obra le sobrepasa. Como todas las grandes obras, como todas las grandes historias. Como todo lo que consigue llenar las páginas de los libros de texto y crece, inmortal, a la sombra de un nombre, de un padre que, inexorablemente, se despedirá de su hijo.

No hago más que imaginarle a él, a George, sentado en la butaca del cine de su barrio, nervioso, con la pantalla en negro y John Williams susurrándole al oído: «Esto va por ti, amigo. Espero que te guste».

 

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Una curiosidad, de regalo. Ronda por Internet una versión de la primera trilogía de La Guerra de las Galaxias que concentra ‘lo mejor’ de las tres películas. Un tipo las ha fusionado en este montaje, a ver qué les parece (si tienen tiempo y ganas):

J. J. Abrams y Michael Arndt también son Star Wars

En algún momento indeterminado, entre 1977 y 1999, convertimos ‘Star Wars’ en un culto. La saga de la familia Skywalker trascendió más allá del cine para conformar un estilo de vida. Rebeldes de edades variopintas conformando una única generación, la generación de los que desecharon la vergüenza, rompieron los cánones y defendieron a capa y espada -láser- el talento, la imaginación y la fantasía como algo más que un mero entretenimiento infantil. Aprendimos de la redención de Darth Vader, el carisma de Han Solo, la vocación de Luke, la pasión de Leia y la fidelidad de Chewbacca. Fuimos los niños que dejamos de parpadear en el primer ataque a la Estrella de la Muerte, los que temblamos al sentir la frialdad de la carbonita y los que entendimos el lúcido sacrificio que se escondía tras la máscara de ojos negros.

Desde que Disney anunciara la compra de Lucasfilms y su intención de estrenar el Episodio VII en 2015, se han alzado infinidad de voces que ponían en duda el futuro de la saga. Voces incrédulas que arremetían contra la decisión, maldecían a Lucas y auspiciaban una trilogía malograda, en la línea que inició ‘La amenaza fantasma’. Permitan que rompa una lanza en favor de los amigos de Mickey: creo en J.J. Abrams y en Michael Arndt. Por varias razones.

Arndt es un prometedor guionista que, con pocos trabajos, se ha granjeado las odas del gremio. Dos títulos bastan: ‘Pequeña Miss Sunshine’ y ‘Toy Story 3’. Abrams, por el contrario, se ha hecho un nombre poco a poco, escalando desde el frágil guion de ‘Armageddon’ a las películas y series que han definido su propio estilo: ‘Perdidos’, ‘Fringe’, ‘Super 8’ y ‘Star Trek’. Pero, ante todo, Abrams y Arndt son parte de esa generación que creció al amparo de ‘La Guerra de las Galaxias’.

Basta leer alguna entrevista con ellos para entender que son fans absolutos de la saga, fieles y respetuosos de su mitología. Son niños alucinando con el juguete que acaban de recibir, deseosos de escribir una nueva aventura en el universo que, probablemente, les empujó a hacer películas. Oh, vamos, es un círculo precioso, ¿no creen?

¿Miedo a otra trilogía falta de todo encanto como la amenaza fantasma, los clones y la venganza de los Sith? Haríamos bien en temer si fueran los mismos los que se esconden detrás de la cámara. Pero estamos presenciando un acto de valentía por parte de George Lucas, algo que no fue capaz de hacer diez años atrás: ceder la batuta a otro niño. Sí, creo en Abrams y Arndt porque son dos niños de esa generación atemporal. Porque les envidio. Porque ellos, todavía, son como usted y como yo.

Y para los que critican a Abrams, he aquí la razón por la que mantengo mi fe en él: su amor por las historias y su innata capacidad para despertar el interés (si tienen tiempo, no se pierdan los extras de ‘Super 8’, en el que cuenta cómo él y sus amigos empezaron a hacer películas; fascinante):

«I can just say what I want to do: I want to do the fans proud. I want to make sure the story is something that touches people. And we’re just getting started. I’m very excited.» (J.J. Abrams, tras hacerse público que dirigirá Star Wars VII)

Perturbaciones en la Fuerza

Disney ha comprado LucasArts por una cantidad impronunciable. George Lucas y Kathleen Kennedy se hermanan con Pixar y Marvel, dejando todo su legado en manos de los amigos de Mickey Mouse. El primer movimiento ha sido anunciar que el Episodio VII de Star Wars llegará en 2015 y que será el inicio de una nueva trilogía. Sin entrar en valoraciones personales, otras perturbaciones en la Fuerza que podrían suceder de ahora en adelante:

1. ¿Está Joss Whedon (‘Los Vengadores’) más cerca de escribir y dirigir uno de sus sueños confesos, Star Wars? ¿Lo hará J. J. Abrams? ¿Sustituirá Michael Giacchino a John Williams?

2. ¿A cuántos ejecutivos se les ha ocurrido ya que en la próxima entrega de Indiana Jones aparezca Chris Hemsworth y Robert Pattinson? ¿La dirigirá Jerry Bruckheimer?

3. ¿Volverá Jennifer Connely a huir de David Bowie en una secuela de ‘Dentro del Laberinto’? ¿Habrá un remake en 3D con Kristen Stewart y Justin Timberlake?

4. ¿Veremos a ‘Howard el Pato’ protagonizar su serie de videojuegos y, posteriormente, una trilogía cinematográfica coprotagonizada por Johnny Depp?

5. ¿Aprovecharán el tirón de ‘El Hobbit’ para recuperar ‘Willow’ de su letargo ochentero y convertirlo en su particular apuesta por la otra Tierra Media?

6. ¿Cuánto tardarán en realizar la tercera entrega de Los Ewoks? ¿Haría Pixar una película de Los Ewoks? ¿Cuántos peluches venderán de Los Ewoks?

7. ¿Empezarán los wookies a hablar?

8. ¿Será Disney el acicate que necesitaba LucasArts para escribir el guion de ‘La Maldición de Monkey Island’, ‘Maniac Mansion’, ‘El Día del Tentáculo’, ‘Sam & Max’, ‘Full Throttle’, ‘The Dig’ y ‘Loom’?

 

La verdadera historia de la Princesa Leia

No sé si la señora Fisher escuchó la voz de un extinto maestro Jedi en sus sueños diciéndole “usa la fuerza, Carrie” y, al despertar, se puso a teclear un exhaustivo y magnífico monólogo sobre su propia vida; una obra de teatro inesperada que funciona como una purga de una historia absolutamente increíble. El caso es que Carrie Fisher, que será recordada -aunque le duela- por su papel como Princesa Leia en La Guerra de las Galaxias, se subió al escenario para dejar al público presente patidifuso. Y, además, con una placentera sonrisa en la cara.

Después de varios meses representado su obra ‘Wishful drinking’, la HBO, que sabe dónde poner la cámara (‘Juego de Tronos’, ‘Boardwalk Empire’, ‘The Wire’, What else?), le propuso a Carrie Fisher convertir su teatro en un documental titulado ‘La verdadera historia de la Princesa Leia’ que es, nada más y nada menos, que la obra grabada y montada para la televisión. Y es una maravilla.

George Lucas me jodió la vida” es la frase más suave del ingenioso monólogo de Carrie, en el que repasa, con ironía, sarcasmo y autocrítica, la pecaminosa vida de sus padres, su tremenda adicción por el alcohol, las pastillas y la que, para ella, son las dos pruebas de su éxito en vida: haber sido elegida la enferma bipolar del año por la asociación de Enfermos Mentales de EEUU y que su cabeza sea un dispensador de caramelos Fez.

Ella es muy consciente del morbo que despierta ver a la guapa y sexy Princesa Leia convertida en una señora gorda, encorvada y anclada a vicios mundanos. Pero, oigan, más quisieran las grandes, bellas y triunfadoras figuras de Hollywood ser tan valientes como Carrie Fisher para salir al escenario a reírse de ella misma. Si tienen oportunidad, no se lo pierdan.

Una conmoción en la fuerza

Se conoce que, cierta mañana de otoño, George Lucas se resbaló en la ducha, golpeando su cabeza contra la mampara y provocando una conmoción en la fuerza que alteró el destino del universo. Y de los gungans. El director reunió a los caballos, cerdos vietnamitas y gallos del Rancho Skywalker para organizar el que sería su más grande y ambicioso proyecto: La primera trilogía de Star Wars. Urdió un plan maquiavélico para que las películas gozaran de una vida eterna, no gracias a su calidad, cuestionable, sino a un perfecto sistema de republicaciones basadas en el ansia viva del consumidor friki: “Amigos del rancho -dijo, Lucas-, ¿qué os va a que vendo las películas, por lo menos, seis veces?”

El corral, estupefacto, no entendía cómo era posible que una misma película pudiera venderse tantas veces. ¡Y seguir sacando dinero! Así que, muy comedidos, le expresaron al genio creador que, tal vez, se le estaba yendo la cabeza cual morador de las arenas en una piscina cubierta. “No, amigos, nada de eso -respondió-. Primero la estrenaré en el cine, las venderé por separado en VHS y DVD, luego las venderé en un pack de todas las películas nuevas en DVD, luego en un pack de todas, las antiguas y las modernas en DVD, luego, según me dicen mis instintos jedis, la venderé en un formato llamado Blu-Ray, por separado y todas juntitas. Y, para terminar, lo mejor…”

¿Lo mejor, lo mejor? Preguntaban los inquilinos del rancho, más curiosos que una tropa de jawas en un Mediamarkt. “¡Las volveré a estrenar en el cine…en tres dimensiones!” La cabeza les rodó como a Jango Fett por le puerto espacial. El estómago se les revolucionó como aquella vez que el Sarlack estuvo en un self service de Pizza Hut. Las pupilas se tornaron en créditos del imperio al son de la cantina de Moss Eisley. El culo, más torcido que la vez en que Yoda contó un chiste. ¡Bravo, Lucas!, gritaban.

¿Cómo? ¿Que menuda chorrada acaban de leer? Pues que sepan que lo peor es que no debe distar mucho de la realidad. El próximo mes de febrero se reestrena ‘La Amenaza Fantasma’ en 3D. ¿No me digan que no es como para congelar en carbonita a George?