Temporada 3, Season final: Identidad secreta

Mire a su alrededor y descubrirá que son pocas, muy pocas, quizás una o ninguna, las personas que podrían desvelar su identidad secreta. Y muchos los que creen conocerla bien, atrevidos en su ignorancia, inconscientes de lo que esconde el disfraz. Es como el chico que se sienta al fondo de la oficina, siempre callado y correcto, que en la ducha se desgañita frente a un público que corea el estribillo de Simpathy for the Devil. O la linda y correcta profesora de inglés que disfruta comiendo magdalenas con paté. Y, por supuesto, el esmirriado taquillero que utiliza legendarios diálogos del cine para ligar por Skype.

De pequeño tenía un puzzle de 25 piezas móviles del Hombre Araña. Era una enorme viñeta de cómic en la que el héroe realizaba una espectacular acrobacia sobre las calles de Nueva York. Creo que así fue como conocí a Spiderman. Luego, mi primo me enseñó los tebeos que compraba los sábados en el quiosco de la plaza y, tras una encarnizada lucha contra el Duende Verde, descubrí que la máscara ocultaba a un flacucho amante de las ciencias y la fotografía, un tal Peter Parker.

La mitología de la identidad secreta es apasionante. Quiero decir, ¿quién es el héroe, el del disfraz o el de los vaqueros? ¿Quién es más valiente, el ser indestructible o el periodista de gafas que teclea en silencio? ¿La sombra terrorífica que vigila Gotham o el empresario que costea una ciudad? Pero la pregunta que debería hacerles meditar toda la noche es otra: ¿Quién conoce la identidad secreta del héroe? Hay, tan solo, dos opciones: el mayor enemigo y el amor de su vida. Y en ambos casos es por la misma razón: necesidad.

Supongo que al final, en la vida, todo se reduce a elegir un enemigo con el que merezca la pena luchar, digno del sudor y de las lágrimas, y una pareja que sepa guardar el secreto. Que quiera guardarlo. Que quiera proteger eso que tú eres cuando te levantas y cuando te acuestas, pero que solo unos pocos conocen. Tu identidad secreta.