Avatit y Taranic

Si es que James Cameron no tiene corazón. A ver, angelico, ¿quién te manda rodar películas de más de 120 minutos? ¿Que no sabes que las televisiones ponen trozos de películas entre publicidad y publicidad? ¡Qué falta de respeto! Menos mal que en Telecinco han pensado en el espectador y han decidido crear dos noches de ensueño. Dos noches mágicas para alargar el placer visual y extender el gozo durante horas y horas interminables… Madre del amor hermoso, se nos está yendo de las manos.

Por si no lo saben, la cadena de televisión emitió anoche la primera mitad de ‘Avatar’ y, a continuación, la primera mitad de ‘Titanic’. Esta noche, efectivamente, emiten la segunda mitad de ‘Avatar’ y la segunda de ‘Titanic’. O sea. Que justo cuando la narración de los seres azules empieza a ganar interés, pasamos al viaje en barco de Jack y Rose. Y justo cuando Jack y Rose se ven con el agua hasta el cuello, pasamos al póker. ¿En serio esto tiene sentido para alguien? ¿Les parece una solución aceptable?

A mí, que ya me crispa bastante los anuncios que rompen el clímax de la película, me tiene enfurruñado. Pero lo peor, más que el absurdo hecho de que partan en dos ambas cintas, es que se calcen un vídeo promocional en el que James Cameron asegura que él mismo ha supervisado dónde se debe cortar la emisión de ‘Avatar’. Más aún: ¡que Ana Rosa le dedique un espacio a la noche de Cameron! Vamos, vamos, vamos. Anoche ‘Avatit’ y hoy ‘Taranic’. Todos genios.

¿Qué será lo próximo? ¿Emitir la saga de ‘El Señor de los Anillos’ en cómodas dosis de 20 minutos diarios? ¿Programar las primeras mitades de cada una de las películas de ‘La guerra de las galaxias’ y al día siguiente las segundas? ¿Veremos a los colaboradores de ‘Sálvame’ suecando las películas de Woody Allen y Scorsese? (por ser sincero, esto último me haría gracia…)
Tal vez sea cosa mía, pero ya se me hace demasiado difícil tragarme una película con publicidad como para que esperen que tenga paciencia durante más de 48 horas. Vaya, que no lo veo. De ningún modo.

ACTUALIZA: Seis millones de personas vieron la primera mitad de ‘Avatar’, 32% share. Hay un directivo de Telecinco muy contento. Yo entiendo menos a este planeta.

avatar

titanic

La más grande

Hay directores que tienen el ego muy grande. Muy mucho. Y en 3D, para más inri. Aunque, la verdad, tienen algo de entrañable. Esa competición por ver quién pone el robot más complicado, el bicho más grande y la proyección más enrevesada, parece sacada de las duchas de un campamento de verano. Ya sabíamos que Peter Jackson estaba rodando ‘El Hobbit’ en 48 fotogramas para conseguir una imagen más nítida que se traducirá, por supuesto, en un incremento del precio de la entrada.

Lo de los fotogramas de Jackson fue un dardito envenenado a James Cameron, erigido por él mismo como el rey del mambo de la tecnología fílmica. Un recordatorio de que hay otras innovaciones posibles que no necesitan gafas de plástico. ¿Cuál fue la consecuencia? Un pensamiento parecido a este: «¿Sabes qué sería mejor que una película a 48 fotogramas por segundo? ¡Una a 60!» Acto seguido, cuando aún resonaba la risa maléfica en el castillo de Cameron, una segunda idea pasó por su cabeza: «¿Y qué hay mejor que una película a 60 fotogramas por segundo? ¡¡Tres!! ¡¡Bwajajajaja!!» (Disculpen la teatralidad, es que me divierte mucho imaginar la escena)

Efectivamente, el defensor de los seres azules ha anunciado que planea rodar tres películas, tres secuelas de ‘Avatar’, al mismo tiempo, en plan ‘El señor de los anillos’ o ‘Matrix’. Ya no es solo el hecho de que tendríamos entregas de la saga en 2014, 2015 y 2016, sino la desproporcionada inversión de rodaje que supone. Si una ‘Avatar’ sola cuesta miles de millones de euros, imaginen tres a la vez. Se cae la prima.

Visto como fan y devorador de sagas, entiendo que se mantiene una atención y un marketing continuado que dará muy buenos beneficios. Por otro, las cosas como son: visto con perspectiva, las mejores sagas tienen años de separación entre una parte y otra. Está comprobado que eso de hacer películas como churros no favorece las buenas críticas.

El Remake de Avatar

Y en eso que Fulanito y Menganito se encuentran en la entrada de la oficina. O de clase. O en el ascensor de su casa. No recuerdo bien. El caso es que Fulanito estaba visiblemente emocionado, y así se lo transmitió a Menganito al empezar esta conversación:

-¡Menganito, acabo de ver una película espectacular!

-¿Sí?

-Sí, la estrenaron el viernes. Una pasada. Al entrar, te dan unas gafas negras, como de pasta, muy modernas ellas, con las que ves la película como si estuvieras dentro de ella…

Mengano enarca las cejas y con una lacra absoluta de sutileza, le da la bofetada. Metafóricamente hablando, claro:

-Fulano, esa película no es nueva…

-Sí, ya sé, ya sé. He leído por ahí que dicen que se parece mucho a ‘Pocahontas’ o a ‘Bailando con lobos’, pero no importa. La grandeza está en cómo la cuenta, ¡qué efectos, niño! Además, aunque te veas venir el final, es muy entretenida.

-Que no, tío, que no te enteras. Que no es nueva, que ya estaba estrenada.

-¿Cómo? ¿Es un remake?

-No. Bueno, o tal vez sí… porque ahora los remakes los hacen cada vez más rápido… ¡Vaya, a lo que vamos! Que no hace ni un año desde que se estrenó la película por primera vez.

-Pues yo he visto carteles por la calle, anuncios en la tele, tráilers en el cine, páginas en revistas y prensa, cuñas en la radio…

-Ya. Es que la primera vez recaudó taaaantísimo dinero, que les salía rentable volver a publicitarse como si fuera la primera vez.

-Pero, Mengano, digo yo que algo nuevo tendrá para que vuelva al cine, ¿no?

-Claro. 8 minutos. Y, por ocho minutos, la gente va a volver a pagar la barbaridad que vale la entrada. Con lo que el amigo James Cameron se frota la manos.

-James Cameron… Hmmm… Ahora que lo dices, me suena que este tío va a estrenar otra película este año.

-¿Ah sí?

-Sí. Será en 3D y contará la historia de amor de Jack y Rose, dos tortolitos que se enamoran, atención, ¡en el Titanic!

Sigue la pasta…

Me encanta la parte del diálogo cuando, el periodista experimentado le dice a la joven aprendiz: “¿No tienes pistas? Follow the money”. El ‘sigue la pasta’ es una máxima para cualquier ámbito de la vida, incluido el que nos ocupa: el cine. O, más bien, lo audiovisual. Uno de los grandes magnates en esto de buscar dinero detrás de la cámara es James Cameron, que tras su implacable éxito en taquilla de Avatar, no se conforma y quiere más. Mucho más. Ya saben, el dinero llama al dinero.

El caso es que Cameron ha decidido producir una serie de televisión inspirada en su película ‘Mentiras arriesgadas’, de 1994. Un clásico del cine de acción, con dos protagonistas, Arnold Schwarzenegger y Jamie Lee Curtis, divertidísimos -memorable la escena del tango-.

Conociendo el afán más que evidente del director por relanzar sus productos una y otra vez (‘Avatar’ se reestrenará en versión extendida, ha anunciado que habrá ‘Titanic’ en 3D, ‘Terminator 2’ tuvo unas cuantas ediciones remasterizadas…), no sorprende la noticia. El caso es que, pese a que ha habido otras réplicas de ‘Mentiras arriesgadas’ de por medio -‘Sr. y Sra Smith’, con Brad Pitt y Angelina Jolie-, Cameron sacará la serie pocos meses después de que J.J. Abrams (‘Perdidos’, ‘Star Trek’) estrene ‘Undercovers’, una serie de intriga y suspense que recuerda muchísimo a la cinta de los 90.

“Una pareja de ex agentes secretos viven los peores años de su matrimonio. La vuelta a la acción relanzará en una misión que no esperaban reflotará el romance de los protagonistas”. Les suena, ¿no?

La serie de Abrams, cuyo capítulo piloto ya ha visto la luz, cuenta con el primer gazapazo del año. Los espías viajan a España, concretamente a Jaén, tierra mundialmente conocida por su glorioso vino de La Rioja… En fin, a ver qué director consigue contar la mentira más arriesgada.

Avatar (y III)

El tren venía demasiado rápido. Apartarse era, pues, lo más normal. Los espectadores de aquella primera proyección temieron por sus vidas. Ellos, y sólo ellos, fueron los elegidos para sentir, para creer, que la vida se abría paso a través de la pantalla. Lo que los hermanos Lumiére soñaron hace un siglo, cada día está más cerca. Pero aún no ha llegado.

Avatar cierra la década de los 2000. Diez años que empezamos descubriendo que el mundo que pisamos no es real, sólo un Matrix al que aferrarnos para vivir engañados. Matrix (1999) dio un primer paso hacia una técnica que permitiera redimensionar la manera de contar historias. Aquella escena en la que la cámara giraba alrededor de una Trinity absolutamente estática y viva, marcó el futuro.

Avatar avanza. Nos presenta un mundo vivo, repleto, colorido. Es un canto a la naturaleza desde lo más inerte que el ser humano ha creado: la tecnología. Una sátira de la todopoderosa voluntad del hombre, imparable, impasible, capaz; y de su infinita capacidad de crear para destruir. Sin embargo, al contrario que en Matrix, el guión de Avatar pasa a un segundo plano -a veces borroso-, en el que reinan lugares comunes a caballo entre Pocahontas, Bailando con lobos y la saga de los Wachotsky.

La última pericia de James Cameron es una buena película. Pese a su guión. La sensación es parecida a la de aquellos espectadores que vieron la locomotora de los Lumiére acercarse a una estación. No había historia, no había trasfondo, pero ver la máquina en funcionamiento era terriblemente divertido. Es justo premiar a Avatar la categoría de ‘punto de inflexión’ por su manera de narrar. Pero el cine, para ser cine, necesita una historia que nos haga reir y llorar. Que nos haga vivir. Y esa vivencia es, aún, inalcanzable por unas gafas que invitan a tocar. La vida sigue estando en el papel en blanco, justo donde la dejamos.