Goya 2014, hagan sus apuestas

Esta noche estaremos muy pendientes de Los Goya 2014, con especial atención y cariño a los amigos de Kandor, que pugnan por el galardón a mejor película de animación del año con ‘Justin y la espada del valor‘. El resto de la velada estará protagonizada por ‘La gran familia española‘, ‘Las brujas de Zugarramurdi‘, ‘Caníbal‘, ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, ‘Stockholm’, ‘La Herida’, ‘Todas las mujeres’ y ‘3 bodas de más’.

Para los amantes del cine, nos leemos en Twitter (@jecabrero) a partir de las 22:00 horas. ¿Se animan a hacer su porra? Aquí va la mía.

Mejor director: Daniel Sánchez Arévalo, por ‘La gran familia española’

Mejor Película: ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’

Mejor Actor: Antonio de la Torre, ‘Caníbal’

Mejor Actor Secundario: Roberto Álamo, ‘La gran familia española’

Mejor Actor Revelación: Berto Romero, ‘3 bodas de más’

Mejor Director Novel: Fernando Franco, ‘La herida’

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Mejor Actriz: Aura Garrido, ‘Stockholm’

Mejor Actriz Secundaria: Terela Pávez, ‘Las brujas de Zugarramurdi’

Mejor Actriz Revelación: Natalia de Molina, ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’

Mejor Película Iberoamericana: ‘La jaula de oro’

Mejor Película Europea: ‘Amor’, de Michael Haneke

Mejor Guión Original: David Trueba, por ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’

Mejor Guión Adaptado: Alejandro Hernández, Mariano Barroso, ‘Todas las mujeres’

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Mejor Música Original: Joan Valent, ‘Las brujas de Zugarramurdi’

Mejor Canción Original: Aquí sigo, ‘Una noche en el viejo México’

Mejor Dirección de Producción: Carlos Bernases, ‘Las brujas de Zugarramurdi’

Mejor Dirección Artística: Arturo García, José Luis Arrizabalaga, ‘Las brujas…’

Mejor Fotografía: Pau Esteve Birba, ‘Caníbal’

Mejor Montaje:
 Nacho Ruiz Capillas, ‘La gran familia española’

Mejor Sonido: Charly Schmukler, Nicolás Poulpiquet, Charly Schmukler, ‘Las brujas…’

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Mejor Efectos Espaciales: ‘Las brujas de Zugarramurdi’

Mejor Diseño de Vestuario: Francisco Delgado, ‘Las brujas de Zugarramurdi’

Mejor Maquillaje y Peluquería: ‘Las brujas de Zugarramurdi’

Mejor Documental: ‘Mundo pequeño’

Mejor Película de Animación: ‘Justin y la espada del valor’

Mejor Cortometraje de Ficción: ‘Pipas’

Mejor Cortometraje Documental: ‘El hombre que estaba allí

Mejor Cortometraje de Animación: ‘Blue & Malone, detectives imaginarios’

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Aciertos y lamentos de los Goya 2014

Fue una intuición nada más ver el tráiler, pero ahí lo tienen: ‘La Gran Familia Española’ es la favorita de los premios del cine español. Once nominaciones, nada más y nada menos. Y yo que me alegro por todos ellos. Por Daniel Sánchez Arévalo, que sigue aumentando su leyenda, y por el resto del clan, desde el polifacético Antonio de la Torre hasta la joven Sandy Gilberte (de la que se habla menos de lo que se merece; yo apuesto por ella).

Que también me alegro mucho por Álex de la Iglesia, que me divirtió como nadie con ‘Las brujas de Zugarramurdi’, una comedia repleta de guiños ochenteros, humor extremo y acción mutante.

El resto de nominaciones de los Goya me crea sensaciones opuestas. A saber. Al leer el éxito de ‘Caníbal’, con ocho candidaturas, aplaudí de emoción porque es una película que siento muy cercana. Ya saben, rodada en Granada, estrenada en El Madrigal, el Paseo de los Tristes… En fin, siempre es bonito ver tu ciudad –y verla tan bien– en la gran pantalla. Sin embargo, pese a que me gustó todo lo que rodea al periplo devorador de Antonio de la Torre, me falla el guión, que me dejó frío. Algo indiferente.

Por otro lado, hay dos películas que, por unas cosas o por otras, no he conseguido ver. Y no me lo perdono: ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ y ‘3 bodas de más’. Algo me dice que ambas saldrán reforzadas de la noche de los Goya.

Pero la que más me alegra, por lo cercano, es ‘Justin y la Espada del Valor’, nominada y favorita indiscutible en la categoría de mejor película de animación. Es la única apuesta segura de este año. Lo que me lleva a una pregunta directa para los estimados amigos de la academia: ¿De verdad no se merecía la película de Kandor más nominaciones técnicas? ¿De verdad no está contemplada a mejor dirección artística? Ahí lo dejo. Reflexionen, familia.

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Justin and The Lost Abbey: Q, A, O, P

Q, A, O, P. Cuatro letras que lo eran todo cuando el mundo latía a 8 bits. Hoy tienen poco sentido, ya que no se entiende un videojuego sin un mando ergonómico, repleto de botones, gatillos y joysticks sensibles al roce de una pluma. Pero por aquel entonces, hace ya un cuarto de siglo, el teclado era más que suficiente. El protocolo era tan estricto como apasionante: abrías la caja de cartón y sacabas los diskettes oportunos; leías las instrucciones de instalación y, una vez completada la barra de carga, arrancabas el juego; y antes, justo antes de empezar, buscabas la configuración y ponías el teclado a tu gusto: ‘Q’, para subir, ‘A’, para bajar, ‘O’, para ir a la izquierda, ‘P’, para la derecha, y ‘espacio’ para disparar. Un clásico.

Con un éxito en taquilla internacional, los amigos de Kandor se propusieron hacer algo que llamara la atención sobre ‘Justin y la Espada del Valor’. La idea llegó de David Colmenero: «¿Y si hacemos un videojuego a la vieja usanza? ¿Y si programamos un juego para Spectrum?» Así nació: ‘Justin and The Lost Abbey’.

«Cuando mostré la primera alfa para Spectrum en Kandor alguno que otro soltó una lagrimita al ver a ese Justin pixelado y me dieron el ‘si quiero’ tan deseado. Esa misma tarde nos pusimos a dibujar más bichitos, mapas y planteamos el gameplay inicial. Que básicamente se trataba de ‘llegar a la meta’», explica Colmenero.

Y, si ya me rendí ante los encantos ochenteros y noventeros de ‘Justin y la Espada del Valor’, no tengo más remedio que quitarme el sombrero y dibujar una sincera ovación para esta genialidad. Ojo, que no sólo se han conformado con programar un videojuego, también han diseñado la caja y las instrucciones, a la vieja usanza.

El blog de David Colmenero, aquí.

Descargar y jugar ‘Justin and The Lost Abbey’ en Spectrum, aquí

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Lo más grande

Los éxitos de otros, cuando pasan por un filtro personal, se sienten como propios. Es el caso de la que es una de las más grandes series de televisión de la historia: Breaking Bad. No tenía duda de que sería la gran triunfadora de los Emmy. De hecho, debería crearse la categoría correspondiente para recibir un Oscar. Lo que haga falta. Hace poco escuché «cuando veo Breaking Bad me siento como si fuera uno de los primeros lectores de ‘La divina comedia’ y supiera que iba a trascender». Es verdad.

Caballeros, la epopeya de Walter White (Bryan Craston) es incombustible. Lo fue desde el primer capítulo, pero es que los últimos ocho episodios están siendo portentosos. A falta del broche final, la obra de Vince Gilligan es un derroche de talento formal que nace de una virtud todopoderosa: la escritura. Esa sensación de ver un episodio de la cuarta temporada y entender mejor los primeros capítulos. Esos guiños constantes al propio Walter, cambiando su forma de vestir, de comer, de hablar… Esa percepción del villano.

Del valor de una idea que en la vida real repugnaríamos y que en la piel de este profesor de química la aceptamos, la mimamos, la entendemos. La queremos.

Éxito. Al final esa es la lectura global de ‘Breaking Bad’. El éxito o, como lo define el propio White, «el imperio». Este verano, en la Comic-Con de San Diego, tuve la suerte de asistir a la presentación del final de la serie. Más allá de la anécdota (Bryan Craston entró en la sala con una máscara de Walter White; luego supimos que se había estado paseando por la Comic-Con disfrazado de él mismo), lo que más me gustó fue que me creí las palabras de Gillian: «estamos orgullosos”.

En esta vorágine de contenidos audiovisuales es difícil encontrar ‘orgullo’ sin una importante contaminación de exigencias de la productora, de favores publicitarios y de una insultante protección al espectador («esto no les va a gustar», «esto no va a vender»…). ‘Breaking Bad’ funciona porque es auténtica. Y la autenticidad se paga bien en taquilla.

Taquilla que muchas veces no coincide con la crítica. Qué gusto cuando todo encaja. Cuando todo se hace grande.

Mi enhorabuena, de principio a fin, de arriba a abajo.

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