Autómata y el espíritu de Eva

Llega con el rostro rapado de Antonio Banderas por delante, pero no debemos ignorar una maravillosa certeza que se esconde detrás del idioma: ‘Autómata’ es una película española. La carrera de Gabe Ibáñez en el cine empezó en la parte técnica, como animador y creador de efectos especiales en cintas como ‘El día de la bestia’ (Álex de la Iglesia, 1995) o ‘El corazón del guerrero’ (Daniel Monzón, 1999). Hace cinco años dio el salto a la dirección, con ‘Hierro’, su primer largo. Y este año, tras un largo recorrido, llegará a las salas de todo el mundo. De todo el mundo.

La película se titula ‘Autómata’ y, efectivamente, está protagonizada por Antonio Banderas (no es el único nombre conocido, también aparecen Dylan McDermott, Melanie Griffith y Robert Forster, entre otros). Además, competirá en la 62 edición del Festival de Cine de San Sebastián, semanas antes de estrenarse comercialmente, el próximo mes de octubre. Y, ¿qué es ‘Autómata’? ¿Qué es este gran proyecto de ambiciones universales? Amigos: ciencia-ficción. Y a juzgar por lo que hemos podido ver en el tráiler, una magnífica ciencia-ficción.

Banderas se mete en la piel de Jacq Vacuan, un agente de seguros que trabaja en la importante corporación robótica ROC investigando el caso de la manipulación ilícita de un robot. Lo mejor es que vean el tráiler y juzguen ustedes mismos su atractivo (por cierto, en la película participa la productora malagueña Green Moon, compañera de arma de la granadina Kandor Graphics).

Las primeras imágenes de ‘Autómata’ me han recordado –gratamente– al trabajo de Kike Maíllo, ‘Eva’ (2011), uno de los grandes aciertos del cine español de los últimos años. El director nos regaló un cuento que bebe de las teorías de Asimov, las lágrimas en la lluvia de Ridley Scott, la memoria y las ensoñaciones de Spielberg y el drama bíblico de Caín y Abel, similar a la ‘Brothers’ de Jim Sheridan. Un compendio de inspiraciones que construyen una muy decente película de género con una reflexión que clama una respuesta: ¿Se puede diseñar el alma humana? Y, lo que es más importante, ¿lo haría?

‘Eva’ y, ahora, ‘Autómata’, dos pasos firmes hacia el futuro.

 

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Goya 2012, la posibilidad

Ya conocemos las nominaciones a los premios Goya 2012. Y me encantan. Me encanta saber que ‘La piel que habito‘ tenga 16 candidaturas. Y, por supuesto, sobre todas las cosas, me encanta imaginar la posibilidad de que la última de Almodóvar se convierta en el ‘Gangs of New York’ español. ¿Recuerdan el inolvidable disgusto de Martin Scorsese en los Oscar de 2002, parapetado en su butaca como un niño chico al que no dejan jugar, al no recibir ni un solo premio? A ver si aquí tenemos la misma suerte, salvando las distancias evidentes entre la película y el ensayo sobre la perturbación.

Quitando el morbo de Almodóvar, tengo dos conclusiones. Primero, un castigo a la par que recordatorio: hay que ver ‘La voz dormida’. La dejé escapar y ya me arrepentí en su momento (espero que no sea un chasco parecido al de ‘Pa Negre’, que todavía me cabreo cuando pienso en que esa es, a juicio de la Academia, la mejor película del año pasado). Segundo, una alegría: ‘Blackthorn‘ y sus 11 nominaciones. De hecho, me haría profundamente feliz ver el western de Mateo Gil como la gran sorpresa de la noche. Sería reconfortante. En cualquier caso, creo que es la película que menos se esperaba en las quinielas de las favoritas y ahí está. Fantástico. Conste que también me alegro por ‘No habrá paz para los malvados’, pero es que la secuela de ‘Dos hombres y un destino’ me chifla.

Por otro lado, no tengo duda de que José Coronado cambiará las bondades del yogurt por el Goya a mejor actor. En el sector femenino, la lucha queda, objetivamente hablando, entre Anaya y la guapa, simpática, agradable, majísima e inteligente Inma Cuesta. En actor de reparto me debato entre Lluis Homar (‘Eva‘) y Raúl Arévalo (‘Primos‘), ambos geniales; en revelación, apuesto por José ‘el tío de la vara’ Mota, que consagra con ‘La Chispa de la Vida’ su ascenso a la primera línea. El éxito de ‘Eva’ es el éxito de Kike Maíllo y, por tanto, merece el Goya a dirección novel.

¿Qué opinan? ¿Soportaremos otra vez el, a mi juicio, injusto éxito de Almodóvar? ¿Habrá hazaña para la aventura de Mateo Gil? ¿Echan de menos alguna candidatura -yo sí-?

Eva (y II)

Si quisiera construir el robot perfecto, lo haría bueno. Me empeñaría en instalar programas de alegría, optimismo, cariño y generosidad. Le implantaría los plugins necesarios para que fuera trabajador, detallista y humilde. Para que honrara sus ideales, amara a sus hermanos y luchara por los indefensos. Claro que, si el objetivo fuera construir un robot humano, recrear el alma, buscaría errores. Imperfecciones.

‘Eva’ es una película de ciencia ficción. Y es española. Dos acepciones que no suelen funcionar juntas y que Kike Maíllo, en un ejercicio de alquimia emocional, unifica con sobriedad. El director nos ofrece un cuento que bebe de las teorías de Asimov, las lágrimas en la lluvia de Ridley Scott, la memoria y las ensoñaciones de Spielberg y el drama bíblico de Caín y Abel, similar a la ‘Brothers’ de Jim Sheridan. Un compendio de inspiraciones que construyen una muy decente película de género con una reflexión que clama una respuesta: ¿Se puede diseñar el alma humana? Y, lo que es más importante, ¿lo haría?

Álex (Daniel Brühl) vuelve a casa después de diez años en el extranjero. Es un genio de la inteligencia artificial y, su regreso, tiene un objetivo claro: terminar un proyecto que dejó aparcado, el primer robot libre. Para construirlo utilizará de modelo a Eva (Claudia Vega), la hija de su hermano (Alberto Amman) y de Lana (Marta Etura).

La cinta de Maíllo es recomendable guste o no guste la ciencia ficción. Además, es una apuesta española, una vía de escape a los productos más tradicionales de la tierra que merece el respaldo de la taquilla. Sin embargo, ‘Eva’ tiene dos problemas que bajan un poco la nota: el guion, pese a ser rico en referencias e invitar al diálogo posterior, es, me pareció, muy previsible. Y, por otro lado, el ritmo pausado que hace que parezca mucho más larga de lo que es (90 minutos).

En cualquier caso, la experiencia de ‘Eva’ se dilata más allá de su metraje. Disfrutarán con la charla.

Eva (I)

El comentario, entre butacas, me llamó poderosamente la atención: “me dan miedo los robots”. Ya sonaba la melodía final sobre los títulos de crédito y la película de Kike Maíllo invitaba a una reflexión muy humana. “Me daba miedo el mayordomo”, insiste. Y es curioso porque el papel de Lluís Homar, un C3PO de aspecto humano, está llamado a empatizar con el público. La conversación prometía:

-¿Cómo te va a dar miedo el mayordomo? -pregunta su acompañante, con cierta sorna.

-Mira -explica diligente la joven-. Esto como lo de Facebook y Spotify.

-¿Qué? -los ojos, completamente incrédulos.

-Sí. Facebook y Spotify. Son dos cosas diferentes, para cosas diferentes. Así que, ¿por qué se tiene que enterar una cosa de lo que hago en la otra? ¿Entiendes? ¿Por qué tienen que saber tanto de mí las ‘máquinas’?

-Chica, pero eso no son robots…

-¿Ah no? Vale que no son cosas físicas. Pero ahí las tenemos, ordenando nuestras cosas, nuestras fotos, ayudándonos a recordar fechas, nos ponen música… Y, de repente, de buenas a primeras, el que te avisa de los cumpleaños también sabe cuál es tu canción favorita. Yo no quiero que ninguna máquina sepa lo que siento. O lo que creo. Y eso me da miedo. Con el mayordomo me pasa igual, ¿tú crees que habrá robots que funcionen como humanos? Yo no quiero eso. No quiero querer a una máquina.

La pantalla se quedó en negro y la pareja recogía el petate. Me quedo pensando en que nunca habría llegado a la reflexión de la chica. Un pensamiento tan actual, tan real, tan acertado. Ensimismado en los miedos de la chica, el móvil vibra. Alguien me había mencionado en Twitter. Le respondo que acabo de salir del cine. Veo que otro amigo acaba de entrara a un bar, con Four Square. Mientra, Vetusta Morla suena en casa de Álex.

“Diablos, estamos rodeados de robots”.