La trampa del mal

Los títulos españoles suelen ser providenciales a la hora de destripar una película. En este caso, no hay lugar a dudas: hay una ‘trampa’ y la ha puesto ‘el mal’. Lo curioso del asunto es descifrar cuál es el sentido de la palabra ‘trampa’. Tres opciones:

a) Se refiere a que en la película hay una persona que no es quien dice ser

b) Al final de la cinta alguien pisará la ‘zamburguesa’ equivocada y no conseguirá vencer al Chino Cudeiro

c) Nos cuelan lo de “de la mente de M. Night Shyamalan” para hacernos creer que no se trata de una peli cutre de la sobremesa de Antena 3.

‘La trampa del mal’ es una suerte satánica de los diez negritos de Agatha Christie. Seis personas terminan encerradas en el mismo ascensor tras una serie de casualidades bíblicas. Con la mala fortuna, mira tú por dónde, de que uno de ellos es la invocación del mismísimo Belzebú. Y, claro está, si eres un demonio y posees el cuerpo de un ser humano no es para hacer amigos e intercambiar útiles en la granja de Facebook. No. Matas, uno a uno, a los cantamañanas que viajan contigo porque todos, sin excepción, han cometido un pecado de bulto: robar, estafar, asesinar o ver la gala de Operación Triunfo y al día siguiente, en la oficina, asegurar que El Follonero fue intelectualmente evocador. La cinta de John Eric Dowdle (‘Quarantine’) se convierte en una especie de ‘Quién es Quién’ a lo macabro en el que sólo puede quedar uno.

En realidad, si no se lo toman en serio, ‘La trampa del mal’ es un entretenimiento pasable. Dowdle, consciente de que no hay yema donde mojar el pan, nos invita a una chalaura de 80 minutos; muy poco metraje para los tiempos que corren. Con lo que antes de que se les pase por la cabeza algún improperio contra la calidad final del producto -o de los actores- ya estarán saliendo de la sala, comentando la de fantasmas que debe tener en la cabeza Shyamalan y el daño que se hace él solo a su nombre. Un nombre que se había ganado el derecho a reclamar una importante parcela entre los nuevos narradores audiovisuales (‘El Protegido’, ‘El sexto sentido’ o incluso ‘La joven del agua’), para luego rebozarlo todo en un sustancial wáter atascado con desechos como ‘The last Airbender’.

Por cierto, la opción correcta no es la ‘b’.

Cartelera

Buen finde para dejarse en el cine la pensión, la paga de la semana o el más improbable sueldo del mes. ¿Es usted de los que, al llegar a la taquilla, siempre se queja de que no hay estrenos para todos los gustos? Tome nota, se va usted a hartar:

Primerísimo primer puesto compartido para dos peliculones de renombre: ‘127 horas’ y ‘The Fighter’. La primera es un ejercicio parecido al de ‘Buried’, una película concebida para un único actor, James Franco (nominado al Oscar, papelazo), que revisa la historia de un ‘cañonero’ que se queda atrapado bajo una piedra. La segunda tampoco se queda corta en el plano interpretativo, con un Christian Bale que vuelve a dejarse literalmente la piel en el escenario como un yanqui exentrenador de boxeo (también nominado, pero en la categoría de secundario).

Puede que después de una semana de chiste lo que menos le apetezca sea ver un drama. Si es su caso, su opción es ‘Primos’: comedia española dirigida por Daniel Sánchez Arévalo (‘AzulOscuroCasiNEgro’, ‘Gordos’) con un Raúl Arévalo en estado de gracia, acompañado por el talentoso Antonio de la Torre, uno de los favoritos para el Goya a mejor actor por ‘Balada triste de trompeta’.

“No, pero es que con los niños no voy a ir a ver ninguna de esas cintas”. Correcto. Para usted tenemos ‘Enredados’, versión moderna del clásico cuento ‘Rapunzel’ -el de la niña forzuda que dejaba que los príncipes le escalaran por el pelo- con caballos policías y camaleones heroicos. No tiene visos de competir con los grandes estrenos de la animación, pero seguro que los zagales les encanta.

Y, por último, para los amantes del terror llega ‘La trampa del mal’. Que da miedo por dos razones: el guión (seis personas encerradas en un ascensor y uno de ellos es la reencarnación de Satanás) y por M. Night Shyamalan, su responsable, que después de los estrepitosos fracasos de su últimas obras – ¿qué habíamos hecho para merece ‘The Last Airbender’?-, tiene muchos trapos que lavar.