El Hombre de Acero: la kriptonita

Superman vuela y el magnífico (des)orden y el acompasado ritmo de Zack Snyder en ‘El Hombre de Acero’ se descontrolan en una sobrecogedora sucesión de explosiones, rayos, puñetazos y trepidantes peleas que se acercan más a un capítulo de ‘Bola de Dragón’ que a un cómic de Superman. En cualquier caso, creo que es absurdo criticar la película por reinventar al héroe de DC Cómics. El problema es que pierde el norte, nos atosiga con efectos especiales y nos desliga de la bien construida empatía emocional: Snyder -Superman- abusa de su poder. (Sobre la primera mitad: el milagro)

La segunda mitad, casi por completo, estropea el fantástico rumbo con el que nos deleita ‘El hombre de acero’ en su primera hora. Cambia el tono y, por tanto, la actitud del espectador. Ya no somos testigos de un milagro, firmes creyentes de que un niño pueda querer ser algo más. Ahora miramos extrañados una pantalla intentando evaluar los daños de la brutal y exagerada batalla final que ocupa los últimos sesenta minutos. Es tan llamativa que el propio Washington Post ha publicado un reportaje en el que analizan las supuestas consecuencias: “129.000 muertos, 250.000 desaparecidos, un millón de heridos, dos billones de dólares de pérdidas. Comparable a la explosión nuclear de Nagasaki”. Y añaden: “Seis veces más que lo estimado en ‘Los Vengadores’”.

Pero lo que en ‘Los Vengadores’ parecía equilibrado, incluso justificado, aquí se convierte en un patio de juego excesivo. Snyder no ha sabido regular sus esfuerzos y saca toda su artillería, dejando el campo de batalla y, de paso, la sala de cine, desoladas. Henry Cavill encaja perfectamente en este nuevo ‘Superman’ y Michael Shannon borda al general Zod. El resto de secundarios de lujo (Amy Adams, Diane Lane, Russell Crowe, Kevin Costner, Laurence Fishburne), brillantes al principio, se pierden ahora en la bruma y los escombros.

No es que aburra, dispersa. Incluso los efectos especiales empiezan a parecer un tanto burdos y forzados. Pero curiosamente, cuando la acción frena, en los últimos minutos, Snyder recupera el aliento y nos regala una escena fantástica en el Daily Planet con un regusto que ya echábamos de menos. ‘El hombre de acero’ pudo ser sobresaliente y, también, insuficiente.

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¡Extra! Datos frikis para los que buscaban a la Liga de la Justicia (no lean sin ver la película, posibles spoilers):

1.- Durante la batalla final se ve el edificio de la ‘Lex Corporation’ y varios camiones de la compañía.

2.- El satélite con el que chocan al final de la película pertenece a ‘Industrias Wayne’.

3.- Una de las cápsulas que encuentran en la nave enterrada bajo la nieve contiene un cadáver. La otra está vacía. Hay un cómic de la precuela de ‘El Hombre de Acero’ en el que vemos a una chica joven en esa cápsula. ¿Supergirl?

4.- Esa escena final, la única en la que hay un chiste con una soldado. Según los créditos ella es Carol Ferris, la novia del primer Green Lantern, Hal Jordan. La misma Carol Ferris que interpretó Blake Lively en esa joyita cinematográfica que todos intentamos olvidar…

5.- ¿Planea o no planea DC una saga de la Liga de la Justicia? Parece que sí, ¿no?

Contagio

El ser humano que no puede tocar, acariciar y besar está defectuoso. Incompleto. Enfermo. La horrible sensación de que el otro pueda ser tu peor enemigo, sin saberlo, es terrorífica. No te toques la cara, lávate las manos, tápate la boca, usa unos guantes, limpia bien la mesa, mira tus cubiertos (“¡van a por nosotros!”). ‘Contagio’, de Steven Soderbergh (‘El buen alemán’, ‘Traffic’, ‘Ocean´s Eleven’) es el intenso relato coral de cómo se propaga una enfermedad mortal por todo el mundo y, con ella, el miedo, la ignorancia, la manipulación y la impotencia.

A través de los distintos personajes, Soderbergh recrea todos los estadios del virus: desde que una madre de familia se infecta (Gwyneth Paltrow), al marido que la sobrevive (Matt Damon), la investigadora que se desplaza al origen (Marion Cotillard), la especialista en gestionar crisis (Kate Winslet), el responsable del Centro de Control de Enfermedades (Laurence Fishburne), hasta el periodista freelance (Jude Law) que intenta sacar, por todos los medios, la supuesta verdad del virus.

Tres grandes ideas sostienen el guion de ‘Contagio’. Uno: seguimos siendo humanos y, por tanto, vulnerables. No hay tecnología -ni la habrá- capaz de evitarnos todos los males que pueblan la tierra. Dos: el miedo y la ignorancia sí se pueden afrontar, sí se pueden superar, siempre que estemos dispuestos a confiar en nuestros semejantes y a escuchar a los expertos; en este punto, Soderbergh da dos sonoras bofetadas: una a la homeopatía y otra a la paranoia colectiva que recorre las televisiones de todo el mundo cada vez que se da un aviso del tipo ‘gripe aviar’, ‘gripe porcina’ por culpa de cuatro conspiradores que aseguran que es un engaño de las farmacéuticas (claro que tampoco sabemos si este filme está producido por alguna gran farmacéutica, con lo que lo normal sería sospechar). Y tres: les aseguro que, al terminar, no querrán ir a ciertos restaurantes…

La parte técnica es brillante: la constante sensación de que hay una persecución en pantalla, con esa música electrónica que repiquetea en la cabeza, invitando a los personajes a mirar constantemente hacia atrás, a protegerse de algo que no vemos pero que es, en realidad, el auténtico protagonista de ‘Contagio’: el virus.

No apta para hipocondríacos.

(Y, si son tan amables, ya está feo ir al cine resfriado. Pero en esta película, tiene menos gracia aún. Que todavía estoy pensando en el prenda que teníamos en la fila de atrás estornudando cada dos por tres. Expandiendo la histeria colectiva. Eso no se hace, hombre.)