En la Casa

El vínculo entre maestro y alumno es inevitable. Puede nacer del odio, del amor, de la admiración o de la repudia. Pero si lo son, si terminan siendo maestro y alumno, voz y escucha, el vínculo nacerá indestructible, pese al tiempo, la distancia o la mismísima muerte. Son dos caras de un mismo examen. Pasados los años, unos harán piña para mofarse de ‘El topo’, ‘El plumillas’ o ‘El bigotes’, los profesores de su infancia y adolescencia. Otros sentirán la nostalgia cargada de futuro, el olor del esfuerzo, la vocación que una mañana de noviembre despertó en mitad de la lección.

‘En la casa’ es el maravilloso encuentro de Germain, un profesor de Literatura hastiado de la rutina, y Claude, un alumno adolescente enamorado del mundo que le rodea. A ambos les une una pasión por las historias, por las letras y por el hipnótico proceso de escribir. El director François Ozon mezcla la creatividad, el arte, la realidad más detallista y las mentiras que se disfrazan de verdad para crear un entretenidísimo relato, apasionante en forma y contenido.

La película francesa combina con sabiduría humor, suspense y drama en una película que podría haber firmado el mejor Woody Allen (al que dedica un pequeño guiño a ‘Match Point’). El guion goza de una originalidad absoluta, navegando por tres tramas distintas y complejas que profundizan en aquel teatro sobre el teatro, en aquel meta-escenario de Bertolt Brecht.

Para todo el que soñó vivir de la literatura, ‘En la casa’ es una película imprescindible. Para todo el que sintió un vínculo especial con su profesor, ‘En la casa’ es una película imprescindible. Para todo el que disfrute con una película intrigante, profunda y terriblemente imaginativa, ‘En la casa’ es una película imprescindible. En definitiva, padre o hijo, profesor o alumno, ‘En la casa’ es una película imprescindible. Y ahora, por favor, completen la frase y escríbanla cincuenta veces en la pizarra: «En la casa es una película…»

Hasta donde el cine nos lleve

Una vez viajé en tren durante un mes. Los primeros días, el traqueteo y el constante vaivén de la vida me tenían completamente desubicado. Pero la emoción de dibujar esa línea roja en un mapa de Europa, igual que antes lo había hecho el Dr. Jones, superaba cualquier otra sensación. La mochila clavando los pies a la tierra y la mirada oteando el nuevo horizonte. Cada parada nos daba el derecho a firmar el banco de la plaza con un orgulloso “Yo soy Supertramp”, como el protagonista de ‘Hacia rutas salvajes’. Cada frenazo del vagón era el último trote de aquellos ladrones del viejo Oeste cubiertos por pañuelos rojos y sombreros de ala ancha. Cada estación alcanzada nos transformaba, un poco más, en habitantes del mundo. En nómadas.

Al volver a casa y sentarte en el sillón suspiras hondo. Y no porque ha terminado el viaje, sino porque sabes que nunca lo hará.

El cine ha conseguido que realicemos viajes impensables, aventuras épicas: ¿Recuerdan cuando conquistamos la Edad del Hielo? ¿Cuando navegamos con ‘Simbad y el ojo del tigre’? ¿La soledad de los Centauros del desierto? ¿El maldito octavo pasajero? ¿La entrañable India de ‘Viaje a Darjeeling’? ¿La cogorza de ‘Entre copas’? ¿Japón y su ‘Lost in translation’? ¿Y aquella vez que acompañamos a la ‘Pequeña Miss Sunshine’?

Cada película es una emocionante línea roja que dibujamos sobre el mapa. Los minutos se traducen en kilómetros, en distancias recorridas. Cada película alcanzada nos transforma, un poco más, en habitantes del mundo. En nómadas.

‘Hasta donde el cine nos lleve’ es un libro de Jesús Lens y Francisco Espinosa que combina ambas pasiones: Cine y viajes. Nos invita a recorrer la historia del cine por todo tipo de películas, sin complejos. Un libro precioso porque, al igual que el álbum de fotos de las vacaciones por Italia, revive el drama y la comedia. El amor y el terror. La pasión y la aventura. Revive, al fin, la empatía que sus protagonistas nos transmitieron mientras pateábamos el mundo y comíamos palomitas.

Hoy, en la Feria del Libro de Granada, sus autores nos contarán más del proyecto aunque seguro que divagarán, al menos, hasta donde el cine nos lleve.