Los Goonies nunca decimos muerto

Ayer fue una jornada complicada. Verán, el trabajo de periodista implica numerosas alegrías. Casi todas basadas en contar el éxito o las aventuras de otros. Pero a veces -con más frecuencia de lo que nos gustaría-, toca interpelar una tragedia. Un drama. Si ya se han paseado por las páginas de esta edición, habrán leído el suceso: “Cuatro voluntarias españolas mueren en un accidente, en Perú”. El titular es un desaliento a todo aquél que una vez creyó en la justicia universal. En la justicia poética. En que si de verdad hay alguien que vigila todo el cotarro, este orden tan caótico que llamamos Tierra, nunca deberíamos haber llorado por ellas. En fin.

A primera hora de la mañana me enteré, por un conocido, de que Lorena, una de las chicas, era de Granada. Horas más tarde hablaría con el novio y el padre de la fallecida -imposible no llorar-. Pero antes, cuando empecé a investigar para confirmar su origen, fisgoneé por las redes sociales, con la esperanza de encontrar un ‘nacido en Granada’ o algún dato que me relacionase, sin dudas ni vacilaciones, con la ciudad que la vio crecer.

No encontré el dato. Pero una chorrada, un nimio y minúsculo detalle, me emocionó. Necio de mí. La única información que aparecía pública era su pertenencia a un grupo de Facebook: ‘Fans de Los Goonies’. Y allí estaba yo, buscando información sobre una persona que hasta la fecha desconocía y que, de repente, me era tan cercana. Nadie me había hablado de ella. Aún. Pero imaginar ese momento, imposible, en el que nos confesábamos mutuamente que siempre quisimos ser Goonies, me puso los pelos como escarpias.

Por alguna extraña razón adquirí con ella un compromiso irreal pero firme. Me sentí en deuda con ella, con su trabajo voluntario, generoso y tan extraordinario. Sentí que el mundo está repleto de gente sacrificada que, en realidad, equilibra la balanza. No hay palabras para expresar mi más sentido pésame a su familia y amigos. Pero, aunque sea un consuelo necio y estúpido, recuerden a Mikey, frente al valiente pirata Billy ‘el tuerto’: “Los Goonies nunca decimos muerto”. Porque los Goonies siempre dejan huella.