The Fighter

Con la primera imagen en pantalla, los murmullos en la sala son inevitables: “¿Ése es Christian Bale?” Los títulos de crédito dicen que sí; pero los ojos hundidos, los pómulos puntiagudos, la sonrisa sucia y descompuesta, el pelo ralo, las manos temblorosas y el gesto desenfocado dicen lo contrario. Dos horas después, entenderán que el cambio radical del protagonista de Batman no era gratuito: ‘The Fighter’ es un ensayo sobre la transformación del ser humano, sobre su facilidad para derrumbarse entre adicciones y su infinita capacidad para renacer de sus cenizas.

En las calles de la profunda América de los 80 reina el Rock´n Roll mientras Micky Ward (Mark Wahlberg) entrena a las órdenes de su hermano mayor, Dicky Eklund, legendario boxeador que consiguió noquear al todopoderoso Sugar Ray Leonard. Las mieles de la victoria, años atrás, le llenaron los bolsillos de billetes y le abrieron las puertas del pecado fácil: la droga. Enganchado al crack y a otras sustancias, Eklund vive una nueva oportunidad de reinventarse gracias a los puños de su hermano, que se abren paso, contra todo pronóstico, hacia el ring más importante de sus vidas: el título de campeón.

Pese a que los paralelismos con Rocky son evidentes, David O. Russell (‘Tres Reyes’) dirige un drama contenido que juega a caballo entre el cine y el documental, con un ritmo sosegado y un análisis permanente de las familias marginales de los EEUU (no pierdan de vista a las nueve hermanas de los protagonistas; madre del amor hermoso, qué grima). Sin embargo, aunque Walhberg fiche como líder del reparto, la cinta gana enteros con la presencia de Bale en pantalla. Su interpretación, quizás su trabajo más conseguido en una imponente carrera, es tan magnética y real que otorga los auténticos picos de calidad a la película.

Al igual que en un combate de boxeo el luchador contiene sus fuerzas para dar el golpe de gracia, el film de Russell procura pillar al espectador con la guardia baja. Algo que hará que el espectador vibre con los últimos minutos de la proyección, pero que también favorecerá una cierta pesadez a lo largo del metraje. En cualquier caso, ver a Christian Bale merece el desgaste físico.