Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma

Brad Bird es un regalo para el cine. El director dejaba el mundo de la animación, donde despuntó con las geniales ‘Los Increíbles’ y ‘El gigante de hierro’, para infiltrarse en el celuloide de carne y hueso con una saga que era difícil reinventar: ‘Misión Imposible’. Dudo que alguien vea una revolución en el mundo del agente secreto Ethan Hawke (Tom Cruise). Como les decía, era difícil. Y, sin embargo, lo que parecía imposible, conseguir que el público saliera del cine entusiasmado con la película, es una misión muy satisfactoria. Porque ‘Misión Imposible 4: Protocolo Fantasma’ es, por encima de todo, un enorme entretenimiento y, probablemente, la mejor cinta de acción del año. Todo un regalo de Navidad.

Los agentes Jane (Paula Patton) y Benji (Simon Pegg) parten a una prisión para rescatar a Hawke, encerrado por razones desconocidas. Un terrible atentado en Rusia provoca que el Secretario de Defensa active el Protocolo Fantasma, una orden por la que todos los miembros de la organización secreta pierden sus privilegios. ¿La razón? Hay pruebas que inculpan a Hawke como el principal culpable del magnicidio.

Los primeros diez minutos enganchan como una tableta de chocolate: cuando empiezas ya no puedes parar. La famosa melodía de Lalo Schifrin versionada por Michael Giacchino promete dos horas de diversión sin freno. El constante goteo de adrenalina les obligará a agarrar la butacas del cine sin un solo segundo para que se relajen con una estupenda combinación de suspense y humor.

Tom Cruise lo da todo en las escenas de acción. Paula Patton pone estilo y belleza. Simon Pegg dignifica al secundario gracioso. Y Jeremy Renner, llamado a heredar el reino del taquillazo, despliega el carisma. Un grupo sensacional que tiene su eco detrás de las cámaras con J.J. Abrams y Bryan Burke, el marchamo de calidad.

Por si no les ha quedado claro, ‘Misión Imposible: Protocolo Fantasma’ es la elección palomitera por excelencia para las vacaciones de Navidad. Excelente divertimento, buen cine.

El sueño de Super 8

La gran historia de Super 8 se encuentra detrás de las cámaras. Creo que nunca unos extras de un Blu-Ray o un DVD me habían emocionado tantísimo. Además de la película, la edición doméstica cuenta con un apartado de reportajes que, en total, duran dos horas. Y son dos horas preciosas. Un canto constante a la labor de los contadores de historias, al origen de la pasión y a un amor común que flota entre la auténtica pandilla de niños que se esconde detrás del cuerpo técnico de Super 8. J.J. Abrams, Larry Fong, Michael Giacchino, Bryan Burk y Steven Spielberg, los inesperados Goonies de Hollywood.

El primer capítulo de los extras, titulado ‘El sueño’, narra la intrahistoria que Abrams vive paralela al rodaje. Él mismo nos cuenta cómo, de pequeño, grabó unas películas en formato super 8 con su amigo Larry, gracias a las que terminarían trabajando para Spielberg. En aquellos años rodando pequeñas aventuras en el garaje y en el patio de su casa, forjó una vocación incorruptible por el cine, que es lo mismo que le pasa a los protagonista de la película. Junto a él, Larry, un nombre menos conocido pero que destaca en Hollywood como uno de los grandes directores de fotografía del momento.

En otro pueblo de otro estado, el pequeño Michael vivía una adolescencia similar a la de Abrams y Fong: rodando sus propias películas en super 8. Le gustaba tanto el trabajo del tándem Steven Spielberg-John Williams, que intentaba repetir grandes escenas de su obra. Por ejemplo, las bicicletas de ‘E.T’. “Si hubiéramos nacido en el mismo lugar, Abrams, Fong y yo hubiéramos sido de la misma pandilla. Somos tan… iguales”. Michael Giacchino es, ahora, uno de los compositores más valorados de Hollywood (mi favorito) del que todos coinciden en destacar lo mismo, su tremenda habilidad para narrar con la música, para crear un sonido que, nada más tararearlo, recrees la película.

Burk conoció a Abrams en la universidad y, juntos, empezaron los grandes proyectos que les han hecho famosos. Sumen la protección de Spielberg, siempre presente en su formación, y obtendrán el grupo más apasionante del Hollywood actual. Si tienen oportunidad, vean los extras de Super 8. Son una genialidad.

Déjame entrar

‘Déjame entrar’ (‘Let the right one in’, 2008) fue una de las grandes sorpresas de la temporada pasada. El film sueco acopla a la perfección la estructura narrativa de un cuento con la tensión y el suspense del terror psicológico. Y es, sin duda alguna, la mejor película de vampiros de los últimos años. Hollywood, al igual que el resto del planeta, se quedó tan prendado de la terrible historia de amor entre los dos infantes que decidió que debía volver a rodarla. Pero, esta vez, con actores, guionistas y directores de verdad. O sea, americanos.

Esta horrible manía persecutoria de los yankis de rehacer todo lo que pueda hacerles sombra es insultante. Tenemos los casos de ‘Abre los ojos’, de Amenábar, la próxima ‘Millenium’ o la mismísima versión de Torrente protagonizada por Sacha Baron Cohen (‘Borat’). No me gusta un pelo.

Sin embargo, he de admitir que con el paso de los meses he desarrollado un gran interés por ver la nueva ‘Déjame Entrar’ (‘Let me in’, 2010). En primer lugar por su director, Matt Reeves, que es el amigo friki que acompaña a J. J. Abrams en todas sus locuras. Él es el responsable de ‘Monstruoso’, aunque ha participado como guionista y segundo director en un puñado de producciones del creador de ‘Perdidos’. Este colegueo con Abrams le ha permitido llevarse a la joya de la corona para componer la banda sonora: Michael Giacchino -cada día somos más los giacchinistas-.

También tenemos a Chloe Moretz, que hizo un papelón en ‘Kick Ass’ del que dimos buena cuenta por aquí con la siguiente frase textual: “me declaro fan incondicional de Moretz, estaremos atentos a sus próximos trabajos”. Lo que ya, de por sí, me obliga a no faltar a la cita con la gran pantalla. Y, por último, está el hecho de que la misma prensa especializada que criticó el atrevimiento de rodar un remake de ‘Let the right one in’ se retracta con comentarios del tipo: “Reeves ha conseguido lo inesperado: un remake que merece la pena ver”.

Por si les he convencido para verla, un último aviso para navegantes: la original tenía escenas muy ‘gore’. Que lo sepan.

El espíritu de Úbeda

Dentro de una semana dará comienzo el que es, a mi juicio, uno de los mejores festivales de cine de, probablemente, toda España. Lo es porque se centra en uno de los latidos básicos de la filmografía, dando protagonismo a nombres que suelen quedar relegados a unos créditos que bailan a toda velocidad sobre una pantalla en negro. Y ellos, siempre juzgados por su talento y no por su fama, añaden a la experiencia del cine el poder de revivir una película con un solo silbido. Con un tarareo. Con una melodía. ¿Qué sería de las películas sin música?

‘El VI Festival Internacional de Música de Cine, Ciudad de Úbeda’ se celebrará del miércoles 14 al domingo 18 de julio y, les aseguro, no se lo quieren perder. Edición tras edición, los organizadores han conseguido enlazar al proyecto a ilustres personalidades de la BSO.

Este año podremos disfrutar con la presencia, la voz y la música de mi admiradísimo Michael Giacchino (‘Lost’, ‘Star Trek’), Christopher Lennertz (‘Medal of Honor: Rising Sun’, ‘Supernatural’), Robert Townson (‘Abyss’, ‘Robocop’, ‘Regreso al Futuro III’), Patrick Doyle (‘Carlisto´s Way’, ‘Harry Potter y el Cáliz de Fuego’), Nathan Barr (‘El Príncipe de Egipto’, ‘True Blood’), Dave Grusin (‘Los Goonies’), Lisbeth Scott (vocalista en ‘Las Crónicas de Narnia’, ‘Munich’, ‘True Blood’) y Randy Edelman (‘Dragonheart’, ‘El último mohicano’).

Pero, si me permiten, por encima de lo mucho que me alucina la idea de escuchar al compositor del tema de ‘Los Goonies’ -cinta de cabecera- o de volver a ver a Mr. Giacchino -que, como ya les conté hace tiempo, en la edición del año pasado me firmó el Ipod-, lo mejor del festival está en la cercanía. En la sensación imperante de que todos los organizadores y músicos que pasean por la preciosa ciudad de Úbeda está dispuesto a tomarse una cerveza contigo.

¿Qué les parece? ¿Vamos a Úbeda? Prometo contarles más cosas del festival esta semana.

El mejor Oscar

Tengo debilidad por las rarezas. A estas alturas puede que no les sorprenda la afirmación. Pero es así. Mientras que los sabios centran el debate de los Oscar en las rajadas de ‘En tierra hostil’, el fracaso de Avatar y la vuelta a una gala anodina, yo sigo paladeando el que, para mí, fue el mejor de todos los premios: Michael Giacchino.

Mi devoción por este compositor es tan evidente como mis rarezas. La banda sonora de ‘Up’ le valió el Oscar en un premio que, a diferencia de otros, sí estaba muy disputado. En el Kodak Theatre, antes de anunciar al ganador, disfrutamos de un espectáculo coreográfico digno de Broadway, que fusionó funky, danza clásica y hip-hop –cuánto nos enseñó Fama, a bailar-. Pero tanto el baile, como cualquier otra cosa que sucediera durante la noche, no fue comparable al discurso de agradecimiento de Giacchino.

Lo normal es que los discursos aburran y entorpezcan la gala. De hecho, la organización les pidió a los artistas que no nombraran a sus familias ni recitasen largas retahílas de tíos, primos, sobrinos y demás mascotas. Sin embargo, Giacchino estuvo brillante: “Cuando tenía 9 años le pregunté a mi padre si podía utilizar la cámara de 8mm que guardaba en el armario y me dijo: claro, cógela. Empecé a hacer mis películas con ella e intenté ser todo lo creativo que pude. Desde aquel día, no paré. Y mis padres no me dijeron ni una sola vez “lo que estás haciendo es una pérdida de tiempo”. Nunca. Crecí, tuve profesores, compañeros, gente con la que trabajé… que nunca me dijo que era una perdida de tiempo. Sin embargo, sé que hay jóvenes ahí fuera que no tienen ese apoyo, así que, si estáis escuchando, chicos, prestad atención: si queréis ser creativos, no es una pérdida de tiempo. Hacedlo”.

¿No les parece maravilloso?