Ocho preguntas piratas

Esto es como en la película de Christopher Nolan, ‘Origen’: nos han metido una idea en la cabeza y no hay manera de sacarla. ¿Qué idea? Que tenemos todo el derecho del mundo a disfrutar de una película pirata en nuestra casa, a la hora que nos plazca, sin pagar un duro, porque para eso es Internet: para tener cultura gratis. Y la cultura no es gratis. No. En absoluto.

El hecho de que un buen puñado de tuiteros hayan colgado en sus perfiles orgullosas fotos de cómo ven ‘8 apellidos vascos’ en la tele de su salón, es un gesto indiscutible de que debemos sentarnos a discutir. Y es un debate interesante porque no creo que nadie pudiera lanzar la primera piedra: ¿quién no se descarga -o deja que otros descarguen por él- películas y series de Internet? Así, con sinceridad. ¿Quién no lo hace?

Bien. Siguiente pregunta: ¿Cómo dejamos de hacerlo? Creo que tenemos dos caminos vitales por recorrer:

Uno. Reconocer que descargar contenido es hacer daño, es destruir la cultura, es delito y es contraproductivo para todos los que amamos las historias. Este es, sin duda, el tramo más complicado.

Dos. Desdeñar la respuesta “si tu me pagas el cine, yo voy”, porque, como ha demostrado ‘Ocho apellidos vascos’, con una pizca de motivación vamos todos encantados. Y en masa.

El caso es que la recaudación de ‘Ocho apellidos vascos’ se ha visto seriamente mermada en las últimas semanas porque se ha filtrado una grabación pirata en Internet. ¿Qué hubiera sido de esta película si se hubiera pirateado en su primera semana de estreno? ¿Cuál habría sido su éxito? ¿La habría visto tanta gente? ¿Habría nacido el fenómeno?

¿Se imaginan cuántas películas hubieran dejado mucho más dinero a los cines españoles si no hubieran sido pirateadas antes? ¿Se imaginan la de salas que no habrían cerrado gracias a esas taquillas? ¿Se imaginan cuántas películas se podrían hacer con esas recaudaciones que no existieron? ¿Por qué nos negamos a entender las consecuencias directas de la piratería?