Increíble pero falso

No me fío de alguien que asegura que siempre dice la verdad. Así pensamos el Dr. House y un servidor. Por extraño e irónico que parezca, sospecho de toda persona que sea siempre sincera, siempre buena y siempre agradable. Me hace pensar que esconde algo. Mentir es un proceso creativo y nos hace originales. Sorprendentes. Engañar, como todo arte, tiene su cara oscura que todos conocemos –y hemos interpretado alguna vez-. Pero ocultar información o tergiversar términos no tiene por qué ser una carga ética. Además de divertido es, a veces, muy humano. Compasivo, incluso. Por otro lado, saber que siempre dicen la verdad implica que cuando comentan algo bueno de ti sabes que es verdad. Pero si no sabes si el otro miente o dice la verdad, hay más posibilidades de oír cosas agradables.

Ricky Gervais (‘The Office’) dirige y protagoniza ‘Increíble pero falso’, una comedia, no les engaño, a la que entré con altas expectativas y de la que salí absolutamente enamorado. Gervais crea un mundo en el que nadie es capaz de mentir. La verdad se escapa con naturalidad desde el primer diálogo de la película: “¿Te pillo mal?”, “Sí, me estaba masturbando, en cuanto me dejes tranquilo termino”, “Vaya, ahora no puedo dejar de pensar en ti desnuda”, “Je,je, bueno, sigue soñando porque siendo tan gordo y con esa nariz chata no vas a ver otra cosa”.

El universo cambia cuando a Mark Bellison (Gervais) se le cruzan los cables y dice, por primera vez en la Historia de la humanidad, una mentira. Y, puesto que el resto de seres vivos de La Tierra creen cualquier cosa que otro diga, Bellison se convertirá, sin quererlo, en un ser todopoderoso.

Siguiendo la más que honorable estela de los Monthy Python y ‘La vida de Brian’, ‘Increíble pero falso’ es una de las comedias más inteligentes y apasionantes que he visto en los últimos tiempos. Ofrece una reflexión maravillosa sobre las elecciones que hacemos y sus consecuencias, que nos convierten en creyentes o en creadores. Con el dedo en la llaga, al final de la proyección, nace la pregunta: ¿Y si la mentira más grande del mundo hubiera nacido por amor?

La verdad os hará libres y la mentira, interesantes. Es cuestión de saber combinar.

Ricky Gervais

El día que yo sea jefe seré como Michael Scott. ‘The Office’ es una serie creada para la BBC por el genialísimo Ricky Gervais, cómico inglés que dio el salto al otro lado del charco para convertir en oro todo lo que toca. La versión estadounidense, protagonizada por Steve Carrell –del que me confieso absoluto fan, sobretodo después de verle en esa gran joya que es ‘Pequeña Miss Sunshine’-, marcha por su sexta temporada sin faltar a su enorme dosis semanal de originalidad.

Lo bueno de tener talento es que, en cuanto lo sacas a relucir, todo el mundo quiere jugar contigo. Por eso, no me extraña que los de Hollywood le hayan puesto a hacer películas inmediatamente. Esta semana llega a nuestras carteleras ‘Increíble, pero falso’, comedia repleta de gags en las que el inglés dirige y protagoniza junto a Jennifer Garner y Fionnula Flanagan.

La historia transcurre en una realidad donde no existe la mentira, ni siquiera como concepto. La situación da pie a momentos chocantes. «Los diálogos de un personaje no siempre reflejan lo que siente realmente, hay dobles significados», dice la actriz Jennifer Garner, el peso femenino del filme. «En esta historia no existen los dobles sentidos, siempre se dice lo que se siente. Tuve que despojarme de los habituales trucos interpretativos y esforzarme en ser lo más directa, simple y sincera posible».

La trama explota cuando un perdedor nato, al que evidentemente interpreta Gervais, desarrolla la capacidad de lanzar trolas a diestro y siniestro. La falta de sinceridad tiene grandes ventajas que utiliza en su beneficio. La fama y la fortuna llaman a su puerta, aunque sus mentiras no convencen a la mujer por la que suspira.