Kingsman: Servicio Secreto

La película explota y te revuelves en la butaca. La escena pilla por sorpresa. Y te revuelves. Porque es brutal. Hay una iglesia y mucha gente y, eso, la película explota. La acción es tan bestial que el ojo humano es incapaz de captar todos y cada uno de los detalles que flotan y se desgarran y salpican por la pantalla. Y te revuelves. Lo que está pasando, demonios, es brutal. Terriblemente perturbador. Pero, sobre todo, jodidamente divertido. Al igual que la traca final. Al igual que el resto de la película.

Kingsman: Servicio Secreto‘ es la segunda adaptación que Matthew Vaughn (‘X-Men: Primera Generación’, ‘Stardust’) hace de un cómic de Mark Millar. Tras su éxito con ‘Kick-Ass’, los británicos nos regalan un entretenidísimo film repleto de guiños a las películas clásicas de espías -con especial mención para James Bond-, pero con una dosis extra de acción y humor salvaje.

Kingsman es una centenaria asociación secreta de espías que trabaja al margen de todos los gobiernos del planeta. Tras un desagradable incidente, el agente Galahad (Colin Firth) cumplirá una vieja promesa para que el joven Eggsy (Taron Egerton) acceda al programa de entrenamiento de los Kingsman. Mientras tanto, el mundo sigue con pasión los avances de Valentine (Samuel L. Jackson), un genio informático comprometido con el planeta…

Los Kingsman son, en teoría, caballeros modernos que cambiaron la armadura por trajes hechos a medida. Personas educadas, refinadas y cultas, un papel que Firth borda a las mil maravillas. Lo sorprendente es que también borda el otro lado, la versión oscura. En serio, qué escena la de la iglesia. Supongo que la película queda perfectamente definida con el ‘premio’ final (la princesa, la celda y, bueno, ya verán). Y, claro, no es plato para todos los públicos. Si no quieren violencia desmesurada y humor negro, ahórrense la entrada. Para el resto: os lo vais a pasar de miedo.

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Notas: El papel de Mark Hamill, grande. Egerton sería un buen Peter Parker.

El Capitán América: El soldado de invierno

Steve Rogers, más que por sus extraordinarias habilidades físicas como el Capitán América, guarda su encanto en dos factores: es una reliquia repleta de valores férreos que no envejecen; y es un líder. Hasta ahora, tanto en ‘El primer vengador‘ (Joe Johnston, 2011) como en ‘Los Vengadores‘ (Joss Whedon, 2012), habíamos visto la primera mitad. Un personaje insuficiente. ‘El Capitán América: El soldado de invierno‘ es el marco perfecto para conocer al súper soldado de los cómics, al héroe vocacional. Al líder incorrupto. Y, además, una película magnífica.

Aún sigo con la pregunta en la cabeza: ¿es el mejor film de Marvel hasta la fecha? Tal vez es la adrenalina del momento -hace pocas horas que salí de la sala-, pero he llegado a compararla con ‘Los Vengadores’ y eso, amigos, es mucha tela. El guión es un acierto: inspirado en el cómic homónimo, suma lo mejor de la saga ‘Ultimates’ y algunos retales de la ‘Guerra Civil’. Acción, suspense e intriga combinan en la que es, salvando las distancias y permitan la osadía, ‘El Caballero Oscuro’ de Marvel (Batman es otra liga, otro estilo).

La dirección es, extrañamente, muy correcta. Los hermanos Anthony y Joe Russo sorprendieron tanto a Disney que, nada más terminar el primer visionado de ‘El soldado de invierno’, cerraron el contrato para una película más. Una sorpresa que gana gigantismo cuando se descubre que su anterior y único trabajo tras las cámaras de cine es la deplorable comedia ‘Tú, yo y ahora… Dupree’ (2006). Los Russo ruedan algunas de las mejores escenas de acción del año: el Capi, Falcón, la Viuda Negra y Nick Furia se salen de la pantalla. Y está Robert Redford, por el amor de Dios.

Queda, por supuesto, el espíritu Marvel: magnífico. Los guiños (ese diálogo que deja caer el próximo héroe que llegará a la gran pantalla), las conexiones con el resto de historias -incluida la televisión-, las escenas tras los créditos… Es un compendio de felicidad para el amante del ‘género Marvel’ que discurre hasta en los títulos de crédito, preciosos.

No pregunten de qué va la película. Es el Capi en todo su esplendor y se lo van a pasar en grande.

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Los otros dos

Adam McKay es uno de los guionistas consagrados por el programa de humor más codiciado de Estados Unidos: Saturday Night Live (SNL). Y se lo tiene ganado a pulso: sus ‘sketches’ son imitados por todo el mundo y los principales actores de Hollywood se pelean por participar en sus cachondas invenciones. Con tanto talento para la comedia, era cuestión de tiempo para que McKay diera el salto al cine respaldado por una infinidad de productores ansiosos por poder hacer la siguiente publicidad: “de los creadores de SNL llega ‘Los otros dos’, con Will Ferrel y Mark Wahlberg”.

La película hubiera sido un ‘sketch’ genial: ¿qué pasaría si cambiamos a los clásicos policías alimentados con creatina por dos funcionarios acostumbrados a trabajar con el ordenador y expertos en aplicaciones para el Iphone? Si a la premisa le sumamos a The Rock y Samuel L. Jackson, el bombazo está asegurado. Efectivamente, un vídeo de quince minutos con los mismos elementos habría sido un éxito pero, como cinta de dos horas, parece un chicle estirado.

‘Los otros dos’ está repleta de ambiciones inconclusas e inefectivas. Detrás de la evidente intención de hacernos reír se esconden críticas al sistema económico, a los medios de comunicación, a los estereotipos y a la carencia de originalidad en las historias actuales. Pero están tan bien escondidas que hay que ser muy buen espectador para aceptarlas de buen grado.

No les voy a decir que sea un film aburrido, les encantará verla un domingo por la tarde en la televisión, después del tiempo. Lo de encontrar razones para pagar en taquilla es más complicado. Bueno, quizás por ver la hermosura de Eva Mendes en todo su esplendor, ya me entienden.

Iron Man 2

Iron Man 2 es una honesta película de héroes de acción que esconde sus enormes carencias de guión detrás de dos horas de puro divertimento, espectacularidad visual y momentos épicos que harán que disfruten como enanos. No se acerca, en absoluto, a la profundidad, capacidad narrativa y excelencia de ‘El Caballero Oscuro’. Pero tampoco a bazofias tipo ‘Cuatro Fantásticos’, ‘El Motorista Fantasma’ o la ínclita y paupérrima ‘Catwoman’. La última de Jon Favreau es una correcta continuación de la saga que crece por momentos hasta unos minutos finales absolutamente espectaculares.

La cinta comienza exactamente donde dejamos la primera parte. Tony Stark (Robert Downey Jr.) confiesa delante de todos los televisores del planeta que él es Iron Man. En Rusia, Ivan Vanko (Mickey Rourke) ve esas imágenes con ansias de venganza. Él construirá su propia armadura para convertirse en Whipslash y hacer que el senado estadounidense tema que la tecnología Stark pueda convertirse en un peligro nacional. Justin Hammer (Sam Rockwell), rival e imitador de Tony, unirá fuerzas con Vanko para destruir el legado y la imagen de Iron Man.

La historia se conforma con divertir a la audiencia con diálogos cargados del humor de Downey -que eclipsa al resto de actores del plantel- cuando no hay ningún robot volando. Los lugares comunes, momentos absurdos, padres reaparecidos en cintas de vídeo y casualidades sacadas de la manga abundan. Algo que hará pupa a los que necesiten un texto de calidad dentro del cóctel para divertirse.

Scarlett Johansson y Samuel L. Jackson aparecen. Un rato al menos. La primera sí cuenta con una escena que justifica el marketing, en el último cuarto de la película. Jackson, en cambio, da la sensación que viene sólo para confirmar que aparecía al final de los créditos de la primera parte. Por cierto, los guiños a otros héroes de la Marvel están por todas partes. No olviden quedarse después de las letras. En Nuevo México les espera una sorpresa legendaria (aunque no tan efectista como la de Nick Furia, claro).

Una última curiosidad: en el tráiler hay multitud de escenas que no aparecen en la película, ¿ya estamos preparando el dvd?