Norcoreano vence a The Interview

Creo que El Mundo Today es un milagro. No sé si suelen visitar esta web, pero es un panzón de reír. Podría pasar horas leyendo sus noticias improbables y no me cansaría. Pese a que sean invenciones, en más de una ocasión he descubierto que la fina ironía de sus textos refleja mucha más realidad que algunos medios de comunicación. Y en esas estaba, convencido de que la cancelación del estreno de la película ‘The Interview’, la nueva comedia de Evan Goldberg y Seth Rogen (‘Juerga hasta el fin’, ‘Supersalidos’), era fruto de una jugada maestra de El Mundo Today y su majestad @norcoreano. Pero no.

Les pongo en antecedentes: uno de los personajes de ‘The Interview’ es una parodia del líder norcoreano Kim Jong-Un. Entre los muchos chistes, parece que lo que más dolió fue una escena (que se ha filtrado en Youtube) en la que el dictador muere. A lo largo del último mes, la productora del film, Sony, ha recibido todo tipo de amenazas y ataques informáticos de un grupo de hackers norcoreanos. Ataques que, entre otras cosas, sacaron a la luz comprometidos emails de la compañía con actores de primera línea (DiCaprio, por ejemplo). La alarma se incrementó con el último comunicado de los hackers: «Les recomendamos mantenerse alejados de los lugares donde se exhiba la película. Si su casa está cerca, es mejor que salgan». Y terminan: «Recuerden el 11 de septiembre de 2001. El mundo estará lleno de miedo».

‘The Interview’ tenía previsto su estreno para el próximo 25 de diciembre en Estados Unidos (14 de febrero en España) y, por ahora, no verá la luz. O sea: que una comedia gamberra sin aparentes intenciones políticas en las que ni ellos se toman en serio a sí mismos ha provocado una crisis internacional sin precedentes. «Cancelan el estreno de ‘The Interview’ porque Kim Jong-un se ve feo». «Corea del Norte enciende sus misiles por una comedia en la que sus protagonistas fuman porros». «El líder norcoreano se piratea la play para matar americanos». Titulares de broma, ya saben.

Qué opinará Chaplin de todo esto…

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La Guerra de las Consolas

De las muchas líneas que separaban a unos y otros en el recreo, había una que, por sí misma, nos definía como grupo: ¿Nintendo o Sega? Recuerdo sesudos debates a las puertas del colegio, discutiendo sobre quién era mejor, si Mario o Sonic: «¿Me vas a comparar a un fontanero con un erizo con supervelocidad?», decían unos. «Tú lo has dicho: erizo», respondían. Tener en casa una Super Nintendo o una Megadrive (se rumorea que hubo niños con las dos consolas en casa, pero no era nada habitual) definía tu grupo de amigos tanto como confesarte de un equipo de fútbol.

En aquella época, primeros años de los 90, la lucha era radical: ¿Probotector o Altered Beast? ¿Double Dragon o Golden Axe? ¿Legend of Zelda o Castlevania…? Esa competencia nacía de las propias empresas, Nintendo y Sega, conscientes de que en la distinción de contenidos residía su éxito o su fracaso futuro.

A mediados de este mes, Atlantic Books anunció que se hacía con los derechos para editar y publicar ‘La Guerra de las consolas: Sega, Nintendo y la Batalla que definió a una generación’ (‘Console Wars: Sega, Nintendo and the Battle that Defined a Generation’), libro que recoge lo sucedido desde finales de los 80 hasta la llegada de Sony y su Playstation. El texto, que saldrá a la venta el próximo mes de agosto en Estados Unidos, ha llamado tanto la atención que Sony Pictures y Scott Rudin, productor de ‘La Red Social’, han decidido comprar los derechos para realizar el film.

¿Quiénes adaptarán el libro a la gran pantalla? Dos conocidos amantes de los videojuegos que vienen de cosechar grandes éxitos –y una taquilla muy solvente– con su última película: Seth Rogen y Evan Goldberg, responsables de ‘Juerga hasta el Fin’.

Sinceramente, creo que será una experiencia maravillosa ver en la gran pantalla cómo el cerebro de la bestia destrozó, por completo, las ambiciones de Sega y su erizo azul. Porque, claro, ¿Nintendo siempre fue la mejor, verdad? Yo no tengo duda alguna.

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Juerga hasta el fin

Para hablar sobre ‘Juerga hasta el fin’ es necesario el uso de palabrotas, expresiones mal sonantes, deconstrucciones imposibles de órganos sexuales y coloquialismos que rozan la barbarie. Como no quiero herir su sensibilidad, cambiaremos todos esos términos por frutas. Bien.

Se conoce que Seth Rogen, Evan Goldberg, James Franco, Jonah Hill, Jay Barruchel, Danny McBride y Craig Robinson (todos amigos desde hace años en la vida real), estaban una noche en casa de Franco haciendo botellón. Empezaron a decir chorradas sobre melocotones, a fumar kilos de papayas y a beber cantidades ingentes de vodka, cuando el bueno de James dijo: “¿No sería genial que en vez de ir mañana a trabajar cada uno a lo nuestro, nos fuéramos juntos a hacer una peli?” Seth respondió que sí, que venga, que se apuntaba a cualquier sandía que hicieran juntos. Evan apuntó que podían hacer el largo inspirado en el corto ‘Jay and Set vs. The Apocalypse’, “pero con todos los colegas interpretándose a sí mismos”. Danny dio una larga calada a su papaya y terminó el conjuro: “Os faltan kiwis”.

Meses más tarde llega ‘Juerga hasta el fin’, gamberra y grotesca comedia protagonizada por los cómicos de moda de la televisión y el cine estadounidense. Una fórmula que ha funcionado a las mil maravillas en USA, pero que aquí no goza de tan buenos resultados por varias razones: no son nuestros cómicos y están doblados. Supongo que debe ser una sensación parecida a lo que un espectador inglés debe experimentar viendo ‘Torrente 4: Lethal Crisis’ con Michael Caine poniendo la voz de Kiko Rivera y preguntando cada dos por tres quién kiwis es Berto Romero (lo que sería un insulto a nuestra patria, por cierto).

Sí, me reí con el Apocalipsis de Seth Rogen. A veces de manera accidental y otras por la extraordinaria capacidad de retorcimiento mental de sus guionistas. Hay varias escenas que son de obligado debate. Tan solo las apunto: Jonah Hill en la cama con la sombra de un plátano, el toque de cabeza del salón, el sadismo generalizado de McBride, las películas ‘suecadas’ (de lo mejor de la peli), el coloso con el enorme plátano y el bizarro cameo musical.

La línea divisoria está muy dibujada y no hay sorpresas: ¿les entretienen ‘Ted’, ‘Supersalidos’, ‘Superfumados’, ‘Caballeros, princesas y otras bestias’, ‘Jacuzzi al pasado’? ¿Siguen a esta generación de cómicos hartos de papayas? Ya saben qué hacer (ojo, que ‘Juerga hasta el fin’ es, sin duda, la mejor de todas).

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Hazme reír, Buenafuente

Tengo un cómico favorito: Andreu Buenafuente. Por muchas razones que podría resumir en alguno de sus monólogos pero, sobre todo, porque ha sabido combinar las raíces de un humor castizo, muy nuestro, con la escuela del showman americano. Creo que el tipo se ha convertido en un icono de la televisión que merece la pena defender y en un famoso que, sin vender su vida a las tintas rosas, ha conseguido importar.

Desde el principio, siempre me pregunté cómo sería la vida de Buenafuente detrás de las cámaras. Temporada a temporada, hemos ido conociendo pequeños datos personales: no está casado, no tiene hijos, tiene un perro enorme que se llama Mel, twittea con desparpajo… En fin, todas estas ideas reales se mezclaron con otras ficticias mientras veía la excelente ‘Hazme reír’ (Judd Apatow, 2009; ‘Virgen a los 40’).

La película trata de George Simmons (Adam Sandler), un famosísimo cómico forjado entre teatros y pantallas de cine. El cariño de la gente durante tantos años le ha reportado una vida repleta de coches de lujo, mansiones y todo tipo de caprichos. Pero su buen humor se ve trastocado cuando, tras una revisión rutinaria, un médico le anuncia que tiene una rara enfermedad de la sangre y que, probablemente, morirá en poco tiempo. La primera reacción del solitario Simmons es buscar a un tipo gracioso (Seth Rogen), más joven que él, al que poder convertir en su sucesor y, de paso, en su amigo.

Que sí, que ni Buenafuente se muere ni creo que esté falto de buenos amigos. Pero me fue imposible no replantear una historia parecida entre Andreu y Berto -su compinche en el programa-, el dúo que consigue hacerme reír cada noche.

La gran lección de la película de Apatow es que la gente divertida también vive dramas importantes. La diferencia entre ellos y los que se empeñan en beber vasos medio vacíos, es que saben reírse de la situación; incluso disfrutar de la tragedia.