Sin Límites

El refresco en la mesa, los papeles apilados, la espalda erguida y los dedos amarrados al teclado. Pero nada, la página sigue en blanco. No importa el ritual ni la retahíla de supersticiones que cumplan, las musas son unas prostitutas puñeteras que nunca mantienen el mismo precio. Imagine ahora, por un segundo, que si toma la pastilla que le ofrezco su cerebro funcionara a mil revoluciones. Será capaz de crear como nunca antes lo había hecho. Todo lo vivido será mucho más que un recuerdo; los conocimientos estarán plenamente disponibles, como si se trataran de carpetas en un disco duro esperando a ser abiertas. ¿Se imagina qué poder tan inmeso?

Neil Burger (‘El Ilusionista’) dirige ‘Sin Límites’, un inesperado relato de cómo Eddie Morra (Bradley Cooper; ‘El Equipo A’, ‘Resacón en Las Vegas’), un escritor venido a menos, se convierte en un superhéroe. De hecho, la cinta parece el primer episodio de una saga de cómics que nunca verá la luz. El origen de un personaje de Marvel o Dc, sólo que sin un disfraz ceñido ni una capa al viento.

El arranque de la película es sensacional. La transformación de Eddie Morra es brillante, con un ritmo embaucador que consigue arrastrarnos escena a escena. Y el proceso en el que descubrimos el universo infinito de posibilidades que tendríamos si pudiéramos emplear toda la capacidad de nuestro cerebro es excitante. Sin embargo, la fuerza narrativa del primer tercio se desvanece en un nudo desconcertante, que incluso se llega a hacer pesado. Una lástima. Lo curioso es que, al final, cuando recuperamos el frenesí del principio, de repente, se acaba. Dejando al espectador con esa horrible sensación de “alguien ha arrancado la última página de mi tebeo”.

En cualquier caso, ‘Sin Límites’ ha resultado una sorpresa agradable. Entretenida y con ciertos chispazos de genialidad que se agradecen, Burger se mueve con soltura en una ciencia ficción muy actual y moderna que, a veces, pasa desapercibida, con naturalidad. Y eso es muy difícil. Muy meritorio.