Convención en Cedar Rapids

Parecía que todos los estrenos que llegasen con la impronta ‘indie’, por un carril alternativo, fuera de los cánones de los comercial, tenían que ser buenas películas. ‘Win win’, por ejemplo, fue una grata sorpresa. Sin embargo, el intento de Miguel Arteta (‘The Office’) de convertir la aburrida vida de Tim Lippe (Ed Helms) en una experiencia mística para el espectador se queda en un quiero y no puedo repleto de buenas ideas que se estrellan en el rompeolas.

Pues eso: El jefe de Tim Lippe quiere que sustituya a su mejor vendedor de seguros, que acaba de morir, en una ‘Convención en Cedar Rapids’. Le da una misión y una advertencia: ganar el título ‘doble diamante’ -el Oscar de los vendedores de seguros- y evitar todo contacto con Dean Ziegler (John C. Reily), un chalado que juega sucio. Por supuesto, terminará haciendo todo lo contrario.

Pese a que tiene algunos destellos, las risas están, en todo el metraje, demasiado forzadas. De hecho, si no pone de su parte, lo más probable es que no se ría ni una miaja. La película parece una intento de Arteta por conseguir sacar a Ed Helms del papel de secundario. Conocido por sus papeles en ‘The Office’ y, sobre todo, como el dentista con oscuras pasiones de ‘Resacón en Las Vegas’, el tipo quiere las mismas oportunidades que están disfrutando otros miembros del reparto de la serie como Craig Robinson (‘Jacuzzi al pasado’), John Krasinski (‘Un lugar donde quedarse’) o el propio Steve Carell (‘Noche loca’, ‘Superagente 86’, ‘Virgen a los 40’).

‘Convención en Cedar Rapids’ no es una buena recomendación para el público general. Sospecho que para nadie en particular. Pero puede que los fans de Helms y de Reily se diviertan viendo a los dos fenómenos haciendo el canelo delante de la cámara. Otra razón, no se me ocurre.

Steve Carell

No sé si les pasa, pero yo tengo una serie de actores fetiche que, hagan lo que hagan, siempre me parecen perfectos. Y sé que no lo son. El originador de esta lista fue Jackie Chan, del que algún día les contaré cómo nos conocimos –una bonita historia de amor y artes marciales-. Pero hoy les quiero hablar de Steve Carell, un más que cuarentón que considero uno de los grandes genios de la comedia moderna.

La primera vez que presté atención a lo que Carrell decía fue, precisamente, en una película en la que tiene muy, muy, muy pocas líneas de texto: ‘Pequeña Miss Sunshine’. Sin embargo, su papel me pareció absolutamente glorioso. Fue, quizás, el personaje más ‘distinto’ de todos los que ha interpretado, ya que estaba muy alejado de histrionismos, expresiones faciales, voces hilarantes y una gestualidad de desternillante.

Carell ganó fama gracias a su participación en el show televisivo ‘Friday Night Live’ que, como otros antes que él –Jim Carrey, Jack Black-, supo aprovechar como trampolín a la fama. ‘Virgen a los 40’, por ejemplo, es una comedia que, si no estuviera él, sería una patochada sin gracia. No obstante, me encanta. Incluso la malísima ‘Superagente 86’ me resultó divertida.

Pero el gran éxito de Steve Carell no ha llegado por la gran pantalla, sino por televisión. Hace poco les hablaba de la serie que él protagoniza majestuosamente, ‘The Office’. Michael Scott es uno de los personajes más emblemáticos de la televisión americana y uno de los guiños más irónicos, ácidos y maravillosos que se le pueden hacer a la sempiterna crisis económica.

Hoy se estrena ‘Menuda Noche’, en la que comparte escenario con la otra colosa de la comedia americana, Tina Fey (30 Rock). Tiene aires de comedia malucha, pero estoy deseando verla. Mientras, mantendré la esperanza de que algún acaudalado productor vea, otra vez, ‘Pequeña Miss Sunshine’ y diga aquello de “¿quién es ese muchazo? ¡Démosle un papel como Dios manda!”