El Hobbit, ¿qué Hobbit?

Un tocayo escribía, ayer sobre las diez de la mañana, el siguiente tuit: «¿Ya han estrenado ‘El Hobbit’? O yo me paso poco por Twitter o vosotros pasáis mucho de la película». Este chascarrillo digital de 140 caracteres esconde una idea inesperada: ¿Y si nos hemos cansado de El Señor de los Anillos? ¿Y si el movimiento fan que han generado todas las anteriores películas inspiradas en el universo de Tolkien se ha desinflado hasta la desgana y la flojera? ¿Y si resulta, qué barbaridad, que rodar tres películas de El Hobbit era innecesario? ¿Y si Peter Jackson se está arrepintiendo en su casa de no haber hecho un único y lustroso film? O peor: ¿Y si se arrepiente de no haber hecho más capítulos?

Fuera de bromas, una última pregunta: ¿No creen, de verdad, que se respira menos interés en el ambiente por la tercera entrega de El Hobbit? Yo sí lo creo. No veo esa vorágine suprema que rodeó a redes, blogs y medios que sí tuvimos el año pasado. Y el anterior. Y los años anteriores.

Igual que les digo una cosa, les digo la otra: estoy convencido de que ‘La batalla de los cinco ejércitos’ será un éxito en taquilla. Cosa que me alegra muchísimo, ¿eh? Que los cines tienen que comer y estas películas deben ser un cañón en taquilla. Pero al igual que mi tocayo, leches, es que me ha pillado por sorpresa el estreno de la película. Más aún: estaba convencido de que llegaba el próximo viernes.

Mira que he visto una decena de tráilers, que tengo la banda sonora puesta en Spotify y que este mismo lunes leí una entrevista en la que Peter Jackson decía que no le importaría volver a hacer una película de la Tierra Media siempre y cuando tuviera el permiso de la comunidad. Pues nada. Que me ha pillado por sorpresa.

 

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