Cinco certezas del cine español

Pocas veces tenemos una oportunidad tan frenética y fabulosa para reflexionar sobre el cine español (el que se hace en España, no ‘español’ como género). En un corto espacio de tiempo, hemos visto taquillas emocionadas, críticos extasiados, público ilusionado y algún que otro desprecio inconcebible.

Uno. El cine español es tan cine como el cine americano, el francés o el alemán. No hay complejos. La gran muestra es ‘La isla mínima’, de Alberto Rodríguez. Thriller policíaco que compite sin miramientos con ‘Perdida’ de David Fincher. Y, por cierto, gana.

Dos. Hacía mucho tiempo que no iba al cine y me encontraba una sala a reventar, con todas las entradas vendidas. Y, lo que es más importante, con ese magnífico ‘runrún’ que pulula por los pasillos al salir encandilados de la sala. ¿Vieron ya ‘El niño’ de Daniel Monzón? Se estrenó hace varios meses, pero aún sigue creando corrillos.

Tres. Santiago Segura es uno de los cineastas que mejor entiende el mercado. Le guste o no el personaje, su artesanía con Torrente debería crear escuela. Además, ¿por qué nadie habla de la calidad de sus producciones? ¿Es que no merece tomarse en serio por ser comedia?

Cuatro. La cantera de intérpretes españoles es excepcional. Buenos actores que han sabido enganchar con el público, más allá de la pantalla. Pese a que podríamos hacer una enorme lista, permitan un pequeño guiño para Javier Gutiérrez (‘La Isla Mínima’), que, grano a grano, ha construido una carrera formidable.

Cinco. No importa la buena prensa, los galardones ni las Conchas que reciba. A veces, una película que lo tiene todo, léase ‘Magical Girl’, pasa desapercibida para el público.

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La propina: Pasarán años, muchos, antes de que se deje de utilizar ‘Ocho apellidos vascos’ como métrica del éxito. Queda un futuro brillante, que siga el contagio.

Torrente y Paquirrín

Preparen sus carteras, hoy se estrena ‘Torrente 4’ (del inglés ‘To Rente’: sacar renta, beneficios, ingresos extra, acumular pasta, reventar la taquilla). He de confesar que no fui capaz de ver la tercera entrega. Entre que me pilló a pie cambiado y que la gente que me rodeaba me quitó las pocas ganas que pudiera tener de escuchar los chistes grotescos de Santiago Segura, al final se quedó en el tintero -puede que la vea estos días-. Para lo listo que es el de Carabanchel con esto del marketing, me sorprendió el fracaso de la cinta. Sin embargo, seis años después, el genio humilde de aspecto desaliñado nos ha vuelto a engatusar con sus malas artes. Porque sí, tenemos ganas de ver el bizarro mundo de ‘Lethal Crisis’… Aunque sospechemos que nos la va a meter doblada.

Está claro que uno de los ingredientes básicos en la receta del éxito de Torrente es el morbo que despierta ver a los frikis más castizos de esta España nuestra: Belén Esteban, John Cobra, Fernando Esteso, María LaPiedra o David Bisbal. Pero, amigos, voy a hacer una de esas estúpidas apuestas que se suelen hacer de madrugada, con el tercer vaso vacío y la risa floja: Francisco Rivera Pantoja, Kiko Rivera, Paquirrín, será, como poco, nominado a mejor actor revelación en Los Goya del año que viene. Ahí queda eso.

Que no, que va en serio. Puede que mañana, cuando la haya visto, me trague la profecía cual ministro de exteriores estadounidense, pero hoy lo veo claro. El tipo repite el mismo camino que el propio Segura: Rivera es el secundario de una comedia oscura repleta de acción que le coloca en la complicada vereda del cine; es lo que para Santiago fue ‘El día de la bestia’ con la que, por supuesto, ganó el Goya a mejor actor revelación.

¿Se imaginan a Paquirrín dirigiendo una película dentro de unos años? Mejor: ¿Se imagina a Paquirrín ganando un Goya al mejor director novel? Aún mejor: ¿Se imaginan a Paquirrín convertido en el salvador de la taquilla del cine español? Y, qué demonios: ¿Se imaginan a Paquirrín como director de la Academia? Ya lo decía Yoda: “Siempre son dos, un alumno y su maestro”.