El soniquete del verano

El verano es esa época del año en la que los vecinos deciden charlar hasta las tantas de la madrugada a un volumen tormentoso para hacerte más llevadero el sofocante calor de la noche. También es esa maravillosa época en la que otros vecinos optan por realizar obras de marajá en el salón de su casa con un ejército de martillos, picos y ‘radio olés’ a todo volumen a las puñeteras siete treinta de la mañana. También, por cierto, es esa gloriosa e inolvidable época en la que las personas con sueño ejercen un poder magnético inenarrable para que los capullos más insondables del planeta viajen a la velocidad de la luz a pelearse bajo tu ventana. O para que los ancianos más sordos del universo se muden al balcón de enfrente para compartir contigo la programación de Canal Sur hasta las tres y treinta y tres de la mañana (esa era la hora la última vez que consulté).

Sin vacaciones, el verano es un castigo. El que lo vive lo sabe.

Dicho lo cual, todo tiene su remedio. Incluso cuando no se puede huir a una playa azulada, a una montaña congelada o a museo fresco y silencioso. Hay huidas más accesibles, por supuesto. El cine es, quizás, la mejor: butacas cómodas, aire acondicionado, entretenimiento y refrescos contra la ola de calor. Aunque les confesaré que, a veces, si la huida se hace inevitable, me gusta esconderme en librerías grandes: pasear por sus pasillos, que huelen a papel, y dejar que un invierno ficticio se acerque, complaciente, entre las páginas de los libros que alzan la mano pidiendo la palabra.

También me suelo refugiar en tiendas de juguetes, de videojuegos, centros comerciales y papelerías (soy incapaz de entrar a una papelería y no comprar una libreta o un lápiz nuevo, ¿les pasa igual?). Y, si todo eso falla o está cerrado o es domingo o no puedo salir de casa, siempre hay una última opción: Spotify.

Pago Spotify con mucho gusto. Eso de tener todo tipo de música a la hora que yo quiera, en el dispositivo que yo quiera. Qué gusto. ¿Que los vecinos se ponen el ‘Entre todos’ y la presentadora grita como si no hubiera mañana? Música y libro. ¿Que te obligan a madrugar en tu día de descanso porque hay obras en el piso de abajo? Música y libro.

Es curioso: si le dices a alguien que pagas Spotify te dedica una mirada cómplice y asiente con la barbilla, como el padre que comprueba que su hijo ha aprendido a atarse los cordones. Está socialmente aceptado. ¿Por qué no pasa igual con las plataformas online de cine y televisión? Cuestión de tiempo. Un par de veranos, supongo. ¡Ah, el verano!

The Kings of Summer

Hubo un árbol que fue tuyo en el que una vez pudiste vivir. La tierra olía a mojado y el sol achicharraba a las chicharras que cuchicheaban en charcos. Era verano, el reino de los que entregaron las notas y olvidaron la educación: salvajes que corrían descalzos, luchaban con espadas de madera y surcaban caminos imposibles con bicicletas de manillares torcidos. Ese era tu verano. El nuestro. Conquistadores deseosos de protagonizar aventuras que luego sobrevivieran a todos los inviernos del mundo. ¿Quién no quiso construir su propio castillo para ser rey?

The Kings of Summer’ es la película perfecta para regresar al verano en el que el aire sabía a primera vez. Al verano en el que cuestionamos las jerarquías y lanzamos el reto al universo: yo puedo contigo. Ese verano en el que todas las canciones hablaban de la niña que miraba para otro lado. Joe (Nick Robinson, que veremos en ‘Jurassic World’) y Patrick (Gabriel Basso, ‘Super 8’), amigos desde que eran renacuajos, comparten un mismo problema: no soportan a sus padres. Hastiados, deciden huir al bosque para construir una casa donde vivir el resto de sus días. Un tercero en discordia, el extraño Biaggio (Moises Arias, ‘El juego de Ender’), completará la lista de salvajes que buscan su lugar en el mundo.

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Jordan Vogt-Roberts (que se rumorea para la película basada en ‘Metal Gear Solid’) dirige una película amable y accesible que conecta fácilmente con el espectador. Con ciertas reminiscencias al ‘Moonrise Kingdom’ de Wes Anderson –tanto en fondo como en forma–, Roberts construye un pequeño pero fantástico relato del paso del niño al hombre que descansa sobre los hombros del trío protagonista, jóvenes talentos que prometen una carrera prodigiosa.

El gran éxito de ‘The Kings of Summer’ es su capacidad de evocar un instante que si no han vivido ya, están por hacerlo. Ese momento en el que vuelves al árbol en el que podrías haber crecido, lo miras con nostalgia y te dices a ti mismo: ojalá reinen mis hijos.

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De Pacific Rim a Guerra Mundial Z, los estrenos del verano

Aquí me tienen, preparando la maleta. Las vacaciones apuntan maneras y va siendo hora de cerrar el chiringuito. Pero antes de las despedidas –eso lo dejamos para mañana–, hagamos un repaso a los estrenos que nos esperan hasta septiembre. Para que no pierdan bola. Sin tener en cuenta a los ‘Niños Grandes 2’ (sí, lo confieso, yo soy de ese extraño grupo que disfrutó con la primera entrega), la semana que viene llega ‘Ahora me ves’ (Louis Leterrier), cinta de magos que roban a los ricos para dárselo a los pobres que ha cosechado una crítica dispar en USA. Aunque siempre con un denominador común: entretenida.

El 24 de julio, Hugh Jackman se calza las garras de mutante en ‘Lobezno Inmortal’ (James Mangold). Nueva aventura individual del héroe del cómic situada en Japón. Los amantes de las viñetas agradecemos el gesto, ya que el arco argumental del Logan samurái siempre fue muy estético. Veremos los resultados. Superar la anterior es fácil.

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Agosto arranca con ‘Guerra Mundial Z’ (Marc Foster), que tras un rodaje de telenovela, repleto de dimes y diretes con Brad Pitt, llegó hace unas semanas a la cartelera estadounidense con una acogida muy positiva. Convence el espectáculo visual y genera dudas la versión de la novela. Una semana más tarde, el que es posiblemente el estreno más esperado del verano: ‘Pacific Rim’ (Guillermo del Toro). Su apocalipsis de monstruos y robots gigantes tiene encandilado al universo friki, en el que me incluyo muy orgullosamente.

Más cómic también el 9 de agosto con ‘Red 2’ (Dean Parisot), secuela de la divertida aventura de espías jubilados protagonizada por Bruce Willis y John Malkovich. No es la única secuela de cómics, el 30 de agosto llega ‘Kick-Ass 2’ (Jeff Wadlow) –sigo disfrutando como un enano con la primera entrega; es fantástica–.

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La guinda del verano: ‘Elysium’ (Neill Blomkamp), 16 de agosto, esperada vuelta al ruedo del director de la genial ‘Distrito 9’.

El grano: ‘El Llanero Solitario’ (Gore Verbinsky), 30 de agosto, que promete un chasco memorable… ¡Y tiene a Johnny Depp!

Los trailers del Verano

Ahora me ves

Lobezno Inmortal

Guerra Mundial Z

Pacific Rim

Red 2

Kick-Ass 2

Elysium

El Llanero Solitario

Los preparativos

Ir a la librería siempre es un ritual estimulante. Hay algo en el olor a libro, a páginas y cubiertas, que tiene el poder de abstraerte de lo que sucede más allá del cartel de ‘bienvenidos’. El ronroneo de las páginas fisgonas, de las estanterías que van y vienen, del simpático marcapáginas que la dependienta coloca entre la 230 y la 231. Las librerías tienen algo de lugar común porque todos tenemos recuerdos en ellas que evocan a la infancia. Entonces entrábamos con cierta obligatoriedad, ahora, libres y conscientes, disfrutamos de la palabra escrita.

No sé si a ustedes les pasaba igual, pero cuando llegaba el verano, una semana antes de irnos de viaje, íbamos a la librería a comprar los cuadernillos Santillana. Ahora sé que aquello era una trampa. Te estropeaban los dibujos animados de la mañana con los deberes voluntarios para que, un día, años más tarde, cuando prepararas tus vacaciones, sintieras la obligación de visitar la librería y llevarte algo contigo. Bendita trampa.

Ayer estuve en los pasillos de mi librería favorita, husmeando entre lomos y portadas, en busca de la compañía perfecta para las vacaciones. Porque las vacaciones son tiempo de desconexión y, para los amantes de las historias, también son una oportunidad. Leemos los libros que no pudimos leer durante el año y vemos las películas y series que nunca entraron en parrilla. Así, la preparación de las vacaciones se convierte en un magnífico trailer de las aventuras, romances, intrigas, revueltas y terrores que acompañarán a las fresquitas noches de verano.

Ya tengo mi lista. Voy a empezar leyendo ‘Capital’ (John Lanchester), veré la primera temporada de ‘Boardwalk Empire’ y algo de ‘Dr. Who’, y ya he seleccionado ‘Spring Breakers’, ‘Tesis sobre un homicidio’ y, una vez más, a ‘Willow’ -en flamante edición Blu-Ray-. Eso sin contar las visitas al cine, claro, que también hay citas más que señaladas. ¿Por ejemplo? ‘Pacific Rim’.

¿Cómo llevan sus preparativos para el viaje? ¿Visitaron ya su librería favorita?

 

 

 

 

Moonrise Kingdom (I)

Existe un reino que se forjó en el verano de su infancia. Eran cuatro recias ramas de una higuera que soportaba el peso de tres amigos que compartían tesoros en cajas de cartón. Eran las maderas clavadas al suelo, bajo un sol que clamaba piscina, cubiertas por una lona y protegidas por un letrero escrito a mano: “Prohibido pasar”. Eran las telas cruzadas donde los secretos adquirían el valor de una vida y los besos, inocentes y eléctricos, exploraban un prometedor mapa de aventuras. Un paraíso incomprensible a los ojos del extraño pero inolvidable para sus inquilinos, grabado entre la córnea y el iris como un filtro por el que los días futuros tendrían que batirse en duelo.

Al recordar ese reino habrán saboreado las moras que capturaban en el paseo en bicicleta y notado entre sus calcetines los abrojos amarillos que escalaban por su pierna y se infiltraban, con una habilidad insólita, hasta la punta de sus pies. Notarán el agua fría del río que calma sus tobillos y la orilla del mar que se despide con caricias saladas. Inspirarán el aroma del huerto, de la vereda, de la cima y del pueblo. Y escucharán las voces originales que le suplican un minuto más de salvajismo.

Allí, todos reunidos, cada miembro, cada amigo, cada hermano, estaba en la obligación de poner su habilidad, ese poder único que le definía y le ubicaba en el mundo, al servicio del reino: el chico fuerte transportaba las piedras pesadas, el listo dibujaba el plan de ataque, ella ponía la música y ellos cazaban entre la maleza una anécdota que mereciera una hoguera y una bolsa de chucherías de colores imposibles.

Y todos, instrumentos de una compleja orquesta, formaban parte de una coreografía perfecta de risas, gritos, peleas y fantasías geniales que el tiempo, la historia y los años se encargarían de transformar en leyendas inigualables.

Aquel reino tenía un nombre. Pudo ser ‘Nunca Jamás’, ‘La isla de Ralph’ (el poseedor de la caracola) o, tal vez, ‘Moonrise Kingdom’.

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