Cisne Negro

La perfección es un contrato firmado con la pluma de Satanás. Seguro que conocen a alguien que ansía desesperadamente el éxito -quizás es el que sonríe al otro lado del espejo-. Ese tipo de personas para los que el 9 siempre fue un fracaso y el 10, una motivación para seguir sumando. No basta con talento. Ni con trabajo. La excelencia, trascender más allá del ahora, es el resultado alquímico de ambos elementos. Dos escalinatas que terminan encontrándose en un elevado pedestal, alejado de la muchedumbre, donde las ovaciones se sienten como plegarias. Donde reina la soledad.

Nina (Natalie Portman) consagró su vida al baile desde antes de nacer. Inspirada por su madre, dio sus primeros pasos erguida sobre las puntas. Sus condiciones son envidiables: es elegante, firme, plástica y de una belleza desgarradora. Cuando Thomas (Vincent Cassel), el director de la compañía, anuncia el casting para encontrar a la nueva protagonista de ‘El Lago de los Cisnes’, Nina iniciará un proceso de transformación interno para cambiar su blanca figura, por la crudeza, la codicia y la erótica versión oscura del cisne.

Darren Aronofsky (‘El luchador’, ‘Réquiem por un sueño’) imprime a todas sus historias una fuerte carga filosófica. ‘Cisne Negro’ es un ensayo sobre la dualidad que convive con el ‘yo’ más externo y el traumático proceso de sacar a la luz nuestra versión más pecaminosa. Natalie Portman borda la interpretación, y no solo por el evidente esfuerzo físico que le llevó un año de duro entrenamiento, sino por su capacidad para transmitir con su mirada, sus gestos, su sonrisa torcida, una revolución íntima e invisible que terminará explosionando sobre el escenario, dos horas después. El juego constante de espejos -presentes en casi todos los planos- invita a mirar de reojo el nada despreciable talento de Mila Kunis, cuyo personaje es, al mismo tiempo, la antítesis y la inspiración de Portman -ambas tienen una escena lésbica que dará mucho de qué hablar-.

Pero no se engañen: la excelente música de Clint Mansell, la brillante sensualidad de Mila Kunis y la vertiginosa dirección de Aronofsky son los peldaños que sostienen el ascenso de Natalie Portman. Ella es el ‘Cisne Negro’, es el diez, la única que escuchará las plegarias. La que paladea, rodeada por una sinfónica soledad, la más bella y retorcida perfección.

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