Guardianes de la Galaxia: 11 claves del milagro Marvel

Llevamos varias décadas repitiendo el mantra con añoranza diabólica: los 80 son irrepetibles. Nadie puede volver atrás en el tiempo a no ser que cuente con una Tardis, un Delorean o una mutante con poderes psíquicos y un esqueleto de adamantium. Pero, ¿y si ese fuera el problema? Repetir, quiero decir. ¿Y si la clave para lograr el milagro de los 80 era partir de su esencia pura, de la genuina genialidad que otorga el querer disfrutar del viaje? En un momento en el que las aventuras parecen venir esposadas de lo ‘oscuro’, lo ‘dark’, lo ‘begin’, lo ‘origins’, aparece James Gunn, un director sin marketing, y nos propone una aventura limpia, clásica y repleta de emoción. Una conjura cinematográfica que ha obrado el milagro con el que crecimos los niños que ahora suman treinta: ‘Guardianes de la Galaxia’.

Lo último de Marvel es un baño de sabores en cintas de música y de VHS. Una elegante sucesión de imágenes y sonidos carismáticos que derrochan personalidad propia, con la que es terriblemente sencillo viajar en el tiempo para reencontrarse con los rescates de ‘La Princesa Prometida’, la evasión de ‘Los Goonies’, la pasión de ‘La Guerra de las Galaxias’, la adrenalina de ‘El Arca Perdida’, lo entrañable de ‘E.T.’ y la oda al personaje secundario de todas ellas. Porque por mucho que Chris Pratt sea el indiscutible Indiana Jones, no sería lo mismo sin Zoe Saldaña, Dave Batista, Bradley Cooper y Vin Diesel.

Peter Quill, Gamora, Drax, Rocket y Groot son los nuevos juguetes de una generación que, estoy seguro, enaltecerá a los Guardianes de la Galaxia a ese Olimpo de mitos modernos con los que la aventura empezó a tener sentido. El film de Gunn es una bomba de relojería que no abandona ni un solo minuto al espectador, obligado a divertirse durante dos horas formidables que invitan a repetir. Demonios, ¿cuánto tiempo hacía que no salían del cine con ganas de volver a ver una película?

La clave está en el humor. En buscar la aventura desde el gamberrismo y no desde el trauma. En la extraordinaria química que fluye (magnífica escena, la reunión de héroes antes de la traca final) de unos a otros. En la ausencia absoluta de complejos, como en los 80, mezclando las naves y los planetas más imponentes –visualmente es preciosa– con los clásicos del pop. Y en Rocket y Groot. Rocket y Groot son muy grandes. Quiero un Rocket. Y un Groot. Los quiero conmigo. Para siempre. Como a Hoggel, Ludo y Ser Didimus, al final del Laberinto. Yo –también– soy Groot.

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Por qué funciona Guardianes de la Galaxia: 11 claves

1- Peter Quill (Chris Pratt) entra bailando en un planeta desolado bailando a ritmo de The Raspberries y aparecen los títulos de crédito. Brutal.

2- Gamora (Zoe Saldaña) es un personaje femenino fantástico, alejado de estereotipos y convencionalismos. El dato: es la película basada en un cómic que más audiencia femenina ha tenido hasta la fecha.

3- Rocket (Bradley Cooper), el mapache, podría haber sido un pegote majo para entretener a los más pequeños. Sin embargo, en manos de James Gunn es pilar fundamental de los Guardianes, canalla máximo y fuente de gran parte del buen humor de la cinta.

4- Groot (Vin Diesel). Ya está. Groot mola mil.

5- Dave Batista no es, a priori, un buen actor. Pero para interpretar a Drax, su personaje, no creo que exista un actor más idóneo: pura literalidad.

6- La gran pega -por poner una- es el supuesto gran malo, Ronan, demasiada poca cosa para el resto del plantel. Aunque, mirando con perspectiva, resultan muy enriquecedores el resto de secundarios, tanto Yondu y su banda y Nébula (que dejan sus arcos argumentales abiertos), como, en el lado de los buenos, los soldados de Nova.

7- La música. Viajar por el espacio es una experiencia que se asocia rápidamente a fanfarrias de John Williams. Si ‘Guardianes de la Galaxia’ quería ser algo realmente distinto, tenía que arriesgar. Gunn acierta con su lista de éxitos ‘Awesome Mix’.

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8- Visualmente es preciosa. Un trabajo técnico impecable en el que, por cierto, ha trabajado algún que otro granadino. Enhorabuena.

9- Sin complejos. Desde el primer tráiler en el que sonaba el ‘Hooked on a Feeling’ la película ha sido fiel a un espíritu auténtico. Nada de marketing, estrellas tipo ni grandes talonarios. Recordemos que Harrison Ford no era lo que es hoy cuando rodó ‘Una nueva esperanza’.

10- El tono. No sé en qué momento se decidió que las películas de aventuras debían tener un tono oscuro para gustar al público, para que se las tomaran en serio. Irónicamente, ‘Guardianes de la Galaxia’ se pasa por el forro los convencionalismos y busca el ingenio, la chispa y la barbarie. Hay risas. Risas de verdad.

11- James Gunn. El director tenía un reto absolutamente colosal: el gran estreno de Marvel para el verano era una película de héroes que nadie conocía. En el primer pase privado de la cinta, Marvel y Disney quedaron tan satisfechos que pusieron su nombre en los títulos de arranque (“una película de James Gunn”) para dejar claro que era una película de autor. Y, además, firmaron una secuela a toda velocidad.

Y la 12, de regalo: es absoluta, completa y encantadoramente divertida.

Star Trek: En la Oscuridad

Cuándo volveremos a jugar al espacio. Cuándo. Cuándo volveremos a pilotar la Enterprise, a recorrer planetas imposibles, a llegar con audacia donde ningún otro hombre ha llegado jamás. La pantalla en blanco y yo aún anclado a la butaca, tarareando la maravillosa melodía de Giacchino, saboreando la aventura. Es bien entrada la madrugada y tengo cuerpo de sábado por la mañana haciendo ventosa en los dibujos animados. Como Spock, intento buscar un idea lógica para justificar las sensaciones. No puedo. No es lógica, no es ciencia, no es algo objetivo. Y me sorprendo repitiendo la misma pregunta: ¿cuándo? Abandono la nave, la sala, y sonrío: “pero qué bien me lo he pasado, cojones”.

‘Star Trek: En la Oscuridad’ lo pone fácil. No espero nada mejor en lo que queda de 2013. Si existe una fórmula matemática para hacer del entretenimiento un arte, J. J. Abrams y los amigos de Bad Robot la han encontrado. La odisea espacial de Kirk (Chris Pine) y Spock (Zachary Quinto) es un honesto esfuerzo por mantener al espectador dos horas imbuido por la magia y el espectáculo. Desde su fantástico prólogo hasta el épico desenlace, la algarabía del Enterprise inunda el celuloide con humor, acción e intriga. Sin descanso.

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El corazón de la película es el villano, John Harrison (Benedict Cumberbatch), que reclama con todo derecho el título de la cinta (‘En la Oscuridad’). Él es quien pondrá a la flota estelar contra la pared y marcará los tiempos de la tripulación en busca de una verdad inesperada. Difícil no enamorarse de un personaje tan cruel. Tan auténtico. Tan noble con el trekkie. Y, pese a las reverencias de Abrams a los fans de la saga -con guiños emocionantes-, ‘Star Trek: En la Oscuridad’ es una diversión sin prejuicios ni cortapisas, abierta a todos.

Es innegable que existe química entre los secundarios, perfectamente hilvanados unos con otros para que no nos olvidemos de nadie: Uhura (Zoe Saldana), Bones (Karl Urban), Scotty (Simon Pegg), Sulu (John Cho) y Chekov (Anton Yelchin). A todos los echará de menos cuando la fanfarria de Giacchino repique en su cabeza, tras los títulos de crédito. Entonces, créame, llegará la pregunta: Cuándo volveremos…

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Para llegar con audacia (04|07|13). El espacio permanece inmóvil en la refriega, como el testigo del crimen que se esconde en la multitud, arropado por un lienzo de oscuridad e incontables destellos que dispersan la atención. Dentro de la nave, otro universo de luces compone su propia estampa: las alertas en la pantalla, el estado de los escudos, la potencia del armamento. El piloto tuerce el timón y la gravedad ejerce su magia, mientras un alboroto de órdenes, pitidos y chasquidos reverberan en la cabina. En el sillón de mando, pulido como una escultura de Rodin, el capitán observa impertérrito el escenario: el espacio, una enorme pantalla de cine plegada en el casco de la nave… (Sigue leyendo)

El regalo de J.J. Abrams (04|01|13). Permitan que comparta con ustedes uno de esos guiños que atrapan poderosamente mi atención. Un guiño real, vibrante y fanático, que publica la revista digital Coming Soon: Hace una semana, un bloguero estadounidense reveló la historia de su mejor amigo, un trekkie de toda la vida llamado Dan al que han diagnosticado dos tipos de cáncer. Dan y su mujer fueron a ver ‘El Hobbit: un viaje inesperado’ con la esperanza de disfrutar del prólogo de ‘Star Trek: En la oscuridad’, pero, lamentablemente, no se emitió en su sesión. Unos días más tarde, el doctor le dio la fatídica noticia: «te quedan pocas semanas de vida»… (Sigue leyendo)

Star Trek 2009 (20|05|09). Al terminar la fanfarría de los títulos de crédito estaba plenamente convencido de que acababa de ver la mejor precuela de una saga emblemática hasta la fecha. Incluída Star Wars. Y este comentario no es moco de pavo: Yo soy muy fan de Star Wars. Es más que probable que si usted no ha visto ninguna película o serie de Star Trek se plantee la posibilidad de pagar por ver esta película por aquello de “vayamos a que no me entere de nada”. Incorrecto. Abrams dirige una historia en la que los personajes empiezan de cero. Personajes tratados con decencia; ninguno cae en el olvido ni en la vagueza de “sólo estar”. Todos protagonizan su pequeña parte de la aventura, convirtiendo al primer viaje del Enterprise en una travesía coral… (Sigue leyendo)

Los Perdedores

El gran problema de ‘Los Mercenarios’ fue que desaprovechó todo el carisma de sus protagonistas con una historia excesivamente nimia. Está claro que nadie le pide a una película de acción un trasfondo inspirado en la obra de Dostoievsky, pero los aficionados al género hubiéramos agradecido un pelín más de chispa en el guión, en los diálogos y en el desarrollo de los secundarios. ¿Qué esperaba yo, entonces? Algo parecido a lo que vi en ‘Los Perdedores’.

Sylvain White dirige la versión cinematográfica del cómic ‘The Losers’ (publicado por DC Vértigo), una cinta que en Estados Unidos cosechó cierto grado de interés y que en España ha sido estrenada directamente en DVD/Blu-ray. Ya saben. Y eso que entre los actores protagonistas tenemos a gente muy de moda: la bellísima Zoe Saldana (‘Avatar’, ‘Star Trek’), el futuro Capitán América Chris Evans, el ascendente Idris Elba (‘The Wire’, ‘Thor’) o el españolísimo Óscar Jaenada (que, por cierto, también aparecerá en ‘Piratas del Caribe 4’, que la sombra de Pe es alargada).

‘Los Perdedores’ es la mezcla exacta entre ‘El Equipo A’ y ‘Los Mercenarios’. A saber: un grupo de militares más habilidosos que McGyver en el garaje de Fernando Alonso son traicionados durante una misión en Bolivia. Convertidos en fugitivos, comienzan la persecución del malo de turno -rico, fanfarrón y poderoso- en pos de una venganza explosiva y un final de infarto.

Lo que viene siendo una película de acción de las de toda la vida; muy divertida, la verdad. La sola idea de imaginar a los amigos de Sylvester Stallone protagonizando esta película erizará los vellos de los adictos a la adrenalina.

Ladrones

Lo gracioso del asunto es que si te encuentras un ladrón por la calle, lo más probable es que te cambies de acera -a no ser que sufras de estupidez, quieras cobrar el seguro o seas el propio Kick-Ass-. En el cine pasa al revés: los ladrones son carismáticos, generosos, inteligentes, sagaces y suelen tener una razón más allá del placer de ser rico. ‘Ladrones’ cumple con el patrón.

John Luessenhop reúne a un elenco de actores de fama ‘low cost’ para hacer una película divertida: Hayden Christensen (‘La venganza de los Sith’), Matt Dillon (‘Traffic’), Idris Elba (‘The Wire’), Zoe Saldana (‘Star Trek’) y Paul Walker (‘A todo gas’). El arranque, tan frenético como prepotente, nos muestra a una banda de ladrones tipo ‘Ocean´s eleven’ dispuestos a dar el golpe del año: un atraco a un banco del que sacarán más de dos millones de dólares. Nada más superar la prueba, un ex miembro de la banda que terminó en la cárcel, les ofrece un plan ‘espectacular’ con dobles intenciones.

El enorme fallo de la cinta es que, irónicamente, no es predecible. Y sí, lo destaco como hecho negativo porque el guión es absolutamente incomprensible. Les aseguro que cuando salgan los títulos de crédito les dará la impresión de que se quedaron sin presupuesto y tuvieron que terminar el rodaje antes de tiempo. Cualquier idea que hubiera tenido sentido no llega a buen puerto, y las escenas espectaculares del robo, las intrépidas huidas y las auténticas intenciones de los personajes se quedan en agua de borrajas. De verdad: raro, raro, raro.

Conclusiones. ‘Ladrones’ es una estupenda opción para una tarde de domingo: no exige ninguna actividad mental ni ofrece una experiencia memorable. Pero entretener, entretiene. De hecho, hace justicia al título: les robará, con un conato de estilo, el tiempo.

Star Trek 2009

J.J. Abrahms y Damon Lindeldolf -aka, los creadores de Lost-, productores de Star Trek XI, son unos genios por tres razones:

1.- Se han sacado de la chistera un método para reinventar una saga con unos cimientos muy sólidos y convertirla en algo totalmente inesperado. No sólo revitalizan el fenómeno trekkie, también han hecho una máquina de sacar dinero -ya saben, son unos expertos en esto del márketing viral (Monstruoso, para más señas)-.

2.- Star Trek XI son dos horas de pura diversión. Hacía tiempo que no salía del cine con la misma sensación que tuve cuando vi por primera vez, con 8 ó 9 años, los Goonies. Personajes carismáticos, música maravillosa -¿Para cuándo un altar a Michael Giaccimo, heredero de John Williams?- y un espectáculo visual.

3.- ¿He mencionado Lost?

Al terminar la fanfarría de los títulos de crédito estaba plenamente convencido de que acababa de ver la mejor precuela de una saga emblemática hasta la fecha. Incluída Star Wars. Y este comentario no es moco de pavo: Yo soy muy fan de Star Wars. Es más que probable que si usted no ha visto ninguna película o serie de Star Trek se plantee la posibilidad de pagar por ver esta película por aquello de “vayamos a que no me entere de nada”. Incorrecto. Abrams dirige una historia en la que los personajes empiezan de cero. Personajes tratados con decencia; ninguno cae en el olvido ni en la vagueza de “sólo estar”. Todos protagonizan su pequeña parte de la aventura, convirtiendo al primer viaje del Enterprise en una travesía coral.

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Abrams, durante la campaña publicitaria de la película, confesó que nunca fue un trekkie. De hecho, como tantos otros, se declara amante de Darth Vader y compañía. Y aquí entra la magia de Abrams: Mete en una coctelera lo mejor de Star Trek, lo adereza con numerosos guiños a Star Wars y obtiene un producto altamente mediático. El Enterpraise recuerda en más de una escena al Halcón Milenario salvando la situación en ‘Una Nueva Esperanza’, el Capitán Kirk es un Han Solo legalizado, Spock es sabio como Yoda e impetuoso como un Skywalker, Ulula es la versión moderna de Leia, Zulu pone el punto habilidoso con la espada, el doctor McCoy es un Obi Wan con problemas de alcoholismo… etc.

Y lo mejor de todo, insisto, es que el objetivo principal de la película es entretener. Entretener en todas las vertientes. Divertir y dejar volar la imaginación. Desde el primer minuto de la película, con ese genial montaje de una muerte y un nacimiento en el espacio, el espectador es arrastrado a una sucesión de aventuras cuyo único problema es que tienen un final… Aunque ya está confirmada la secuela para 2011, cómo no.

Especial mención al grupo de actores, todos muy mediáticos y herederos de famas conseguidas en el mundillo friki, perfectamente encorsetados en sus personajes. Es inevitable encariñarse con ellos e impensable pensar en otros sustitutos mejores a los originales de los años 60. A todo esto sumen al inconmensurable Michael Giacchino a la batuta y una dirección artística deslumbrante, y tendrán razones más que de sobra como para ver la película otra vez. Que es exactamente lo que voy a hacer yo. Y me temo que no será la última.

Lo mejor: Este Star Trek gustará a todos: trekkies, starwarsianos y personas de a pie que no necesiten englobarse en ningún grupo friki… (ellos se lo pierden).

Lo peor: El encuentro en la nieve es demasiado… fortuito. Pero se perdona.
Larga vida y prosperidad.

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