Zombieland (y II)

Zombieland es, ante todo, una película divertidísima. Lo será siempre que la casquería en exceso, la sangre flotante y los mamporrazos salvajes no les resulten desagradables. Para los que crecimos vacunados contra toda pincelada bizarra y visceral en la gran pantalla e, incluso, llegamos a ver una versión anodina de Jackson Pollock en un zombie descuartizando un cadáver y dejando un reguero espolvoreado de barbaridades, esta película es imprescindible.

Para hacer honor a la verdad, el gran éxito de Zombieland no está en la sangre desparramada por las calles estadounidenses. Está en el tremendo y original humor que acompaña a cada escena. Un humor que comienza en los títulos del principio, que vienen a ser la versión gore de los primeros minutos de Watchmen: escenas ralentizadas, música magistral y zombies destrozando América.

La película nos cuenta cómo, a partir de un yogurt en mal estado, un virus se expande por la población estadounidense sin remedio, dejando a muy pocos seres humanos con cerebro. Dos de ellos son Jesse Eisenberg y Woody Harrelson: el espíritu de la película. Un genial tandem cómico que mezcla la inocencia y el escrupuloso orden del joven Eisenberg, un romántico universitario, con el cateto, violento y entrañable Harrelson, el clásico tipo duro americano.

Sin duda, los capítulos protagonizados por Harrelson dan el ritmo necesario a la película para que la sonrisa tonta no desaparezca. El actor, además, comparte 10 minutos gloriosos con B. M. (no les revelaré el nombre, vayan a verla), que hace un cameo absolutamente memorable que consiguió mantener la carcajada de toda la sala. Y, si la suma de violencia, zombies, casquería y humor les gusta, el final en el parque de atracciones les apasionará.

Zombieland (I): Zombies Party

Las películas de zombies siempre me provocaron la misma reflexión: ¿A quién nos parecemos más: a los héroes que sobreviven al virus o a los pobreticos que pierden el juicio y sólo quieren darse un homenaje de sangre y vísceras? Por eso, ‘Zombies Party’ (‘Shaun of the Dead’, nombre que parodiaba a ‘Dawn of the dead’, aquí llamada ‘El amanecer de los muertos’) me parece una maravillosa, divertida y original joya cinematográfica.

Zombies Party es una comedia inglesa protagonizada por Shaun (Simon Pegg, el nuevo Scotty de Star Trek) y Ed (Nick Frost, estrella de televisión en Reino Unido), dos bebedores de cerveza empedernidos y profesionales del videojuego que, cierta mañana, descubren que todo el mundo a su alrededor se ha convertido en zombie. Ambos deciden que deben abandonar su casa y encontrar el refugio más apropiado para tal debacle. ¿El bastión? El Winchester, el bar en el que pasan todas las noches entre pintas y pintas.

Por encima de la teatralidad de las cabezas arrancadas, las manos que se mueven solas, y los pies arrastrando por un suelo plagado de cadáveres sin cerebro, los zombies son un elemento muy literario que nos dibujan tal y como somos: borregos, predecibles, manejables y en manos del dinero, la publicidad y los realities.

Zombies Party competía en soledad por el puesto a mejor ‘comedia zombie’. Este fin de semana se ha estrenado en España (que no en EE. UU., que lo hizo hace cosa de 6 meses…) ‘Bienvenidos a Zombieland’. Resurrección del mundo de los actores no vivos de Woody Harrelson y reencuentro con una de las estrellas más prometedoras de la juventud hollywoodiense, Jesse Eisenberg. Y, Zombieland es, ante todo, una película… (to be continued)