Percy Jackson y el Ladrón del Rayo

Le tengo pánico a Percy Jackson y el Ladrón del Rayo. Primero por el nombre, que me aterra. Una película con un título tan largo es, potencialmente, un fracaso. Es como ese estudio que dice que las cintas que llevan la palabras ‘mortal’ o ‘asesino’ van directas al Olimpo de los innombrables. Con la excepción de la enorme ‘Mortal Kombat’, que se hizo legendaria gracias a un tema musical que aún parte el bacalao en las discotecas más molonas del barrio. Pero volviendo al tema, Percy Jackson me asusta.

Tiene toda la pinta de ser un engendro maquinado por una perversa mente marketiniana. Un tipo fumando un puro que le preguntó a sus asesores: “¿Cuál es el personaje más buscado en la red?, ¿qué historia ha batido récords de ventas en los últimos años?, ¿de qué mitología nos podemos aprovechar?” Respuestas: Los actores más buscados son los insignes protagonistas de CrepúsCulo, Robert Pattinson y Kristen Stewart. La historia, Harry Potter, claro. Y mitología, pues ahora viene ‘Furia de Titanes’ con Sam Worthington que ha hecho Avatar. El tipo del puro coge una batidora, bate que bate con mayonesa, y plof: ‘Percy Jackson’.

El amigo Percy, por cierto, no es una idea original del cine. También viene de una novela que cuetna como un chico aparentemente normal (Lerman) descubre que es el hijo de Poseidón. Algo que mola mogollón.  A partir de ahí, Percy y sus dos amigos (dos semidioses y un sátiro) recorrerán los Estados Unidos plagados de monstruos mitológicos para restaurar el orden cósmico antes de que se ponga el sol.

Iré a verla para poder darme el gusto de decir “ya te lo advertí”. Pero es que apesta tanto a lugares comunes, carencia de identidad propia y un final previsible, que me faltan ganas. Está claro que la película sacará un botín considerable de la taquilla, por eso la hicieron. Y yo me pregunto: puestos a versionar un libro infantil, ¿no hay ninguna mejor y menos típico? Seguro que sí. Con un Harry Potter hay suficiente. Incluso sobra.