El mejor Oscar

Tengo debilidad por las rarezas. A estas alturas puede que no les sorprenda la afirmación. Pero es así. Mientras que los sabios centran el debate de los Oscar en las rajadas de ‘En tierra hostil’, el fracaso de Avatar y la vuelta a una gala anodina, yo sigo paladeando el que, para mí, fue el mejor de todos los premios: Michael Giacchino.

Mi devoción por este compositor es tan evidente como mis rarezas. La banda sonora de ‘Up’ le valió el Oscar en un premio que, a diferencia de otros, sí estaba muy disputado. En el Kodak Theatre, antes de anunciar al ganador, disfrutamos de un espectáculo coreográfico digno de Broadway, que fusionó funky, danza clásica y hip-hop –cuánto nos enseñó Fama, a bailar-. Pero tanto el baile, como cualquier otra cosa que sucediera durante la noche, no fue comparable al discurso de agradecimiento de Giacchino.

Lo normal es que los discursos aburran y entorpezcan la gala. De hecho, la organización les pidió a los artistas que no nombraran a sus familias ni recitasen largas retahílas de tíos, primos, sobrinos y demás mascotas. Sin embargo, Giacchino estuvo brillante: “Cuando tenía 9 años le pregunté a mi padre si podía utilizar la cámara de 8mm que guardaba en el armario y me dijo: claro, cógela. Empecé a hacer mis películas con ella e intenté ser todo lo creativo que pude. Desde aquel día, no paré. Y mis padres no me dijeron ni una sola vez “lo que estás haciendo es una pérdida de tiempo”. Nunca. Crecí, tuve profesores, compañeros, gente con la que trabajé… que nunca me dijo que era una perdida de tiempo. Sin embargo, sé que hay jóvenes ahí fuera que no tienen ese apoyo, así que, si estáis escuchando, chicos, prestad atención: si queréis ser creativos, no es una pérdida de tiempo. Hacedlo”.

¿No les parece maravilloso?