Descubriendo a Forrester

Estaba viendo ‘Descubriendo a Forrester’ (Por cierto. Supongo que me habré malacostumbrado con TVE. Pero es que, macho, lo de Antena 3 con las películas es un asesinato. Antes de que saliera el título en pantalla, con, digamos, 45 segundos de película mostrados, se van a anuncios. “Volvemos en cinco minutos”. Demencial) y me vino a la cabeza Pérez-Reverte.

La película de Gus Van Sant me encanta porque me motiva a escribir –esto, por ejemplo-, siempre me impulsa a teclear por teclear, con la esperanza de concebir algo que tenga sentido para alguien. El caso es que, supongo que influido por la lectura de ‘El Asedio’, la última novela de Alatriste, me acordé del tipo de los domingos.

Los libros y las películas comparten un subconjunto evidente: las historias. Unas evocan imágenes y, las otras, literatura. Siempre he pensado que Reverte –confeso amante del cine, dice que ve dos filmes al día… no me lo creo, pero igualmente le envidio- escribe con un estilo muy cinematográfico. Muy visual. Los capítulos tienen un ritmo de celuloide, fácilmente imaginable en escenas, planos y secuencias. Supongo que para alguien que ha llorado tantas vivencias es inevitable convertir los párrafos en fotografías. Y, como saben, la desgracia es muy fotogénica.

Reverte ya ha visto varios de sus libros en la gran pantalla. Con poca fortuna, creo. La gran apuesta fue Alatriste, la que podría haber sido la gran aventura épica de España se convirtió en un aburrimiento que se desparramaba por un guión sin sentido. Una pena. El Asedio, tiempo al tiempo, llegará al cine.